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La Grand Jatte

Publicado por A. Cerra
La Grand Jatte de Seurat

La Grand Jatte de Seurat

El título completo de este óleo pintado sobre un enorme lienzo de aproximadamente seis metros cuadrados es Un domingo por la tarde en la isla de la Grand Jatte. Semejantes dimensiones hicieron que Georges Seurat invirtiera varios meses en su realización, entre los años 1884 y 1886.

Esta razón de tamaño, la propia técnica empleada basada en las teorías del puntillismo o divisionismo y la corta vida que disfrutó el pintor, nacido en 1859 y fallecido en 1891, hace que no sea muy elevado el número de obras conservadas salidas de su mano. Pero sin duda alguna, esta Grand Jatte junto a Un baño en Asnieres son sus obras más relevantes.

Y no solo porque sea el máximo exponente de la pintura puntillista. Un estilo surgido en el arte postimpresionista de finales del siglo XIX y que se basa en descomponer por completo la imagen y desarrollarla a partir de infinidad de puntos, que una vez trasladados laboriosamente al lienzo será el ojo del espectador quién los una.

También es una obra maestra, porque en ella se puede ver el extraordinario perfeccionismo de Seurat, que cuidaba en sus obras hasta el último detalle compositivo y de armonía de colores. En este caso estudió minuciosamente de todas las líneas que crean la composición de la obra, así como armonizó por completo los colores y ubicaciones de cada uno de los personajes con el paisaje parisino donde se desarrolla la escena.

Cada uno de estos personajes está caracterizado por sus posturas, siempre bastante estáticas y marcando, junto a los troncos de los árboles, las líneas verticales del cuadro, mientras que la horizontal viene marcada por la divisoria en el suelo entre el espacio en sombra y el iluminado, así como por algunos de los parasoles que abren las figuras.

No fueron pocas las críticas que recibió por su personalísima, radical y rompedora (nunca mejor dicho) técnica del puntillismo, e incluso se le acusaba de que podía llegar a poner en peligro la legibilidad de los cuadros, ya que prescindía por completo del dibujo y sobre todo de los contornos de los elementos, creados a partir de fragmentar sus formas en zonas de puntos multicolores.

Y es cierto que semejante técnica era muy arriesgada, de hecho él para compensar esa posible ilegibilidad optó porque todos los elementos que pintara fueran de formas muy simples, algo que algunos críticos de arte han llegado a vincular con el estilo de Antiguo Egipto. Ese intentó de compensar el puntillismo o divisionismo con la simplicidad de formas hizo que sus obras cada vez se fueran apartando más de la fiel reproducción del natural y se encaminara hacia lo esquemático, aunque siempre de gran expresividad.

En definitiva, Seurat fue un pintor muy innovador en su momento y sin duda su legado artístico tuvo adeptos como Paul Signac, y otros pintores posteriores que supieron entender lo valioso de sus teorías artísticas. Unas teorías basadas en infinidad de horas de trabajo, y no solo en la ejecución propiamente dicha del cuadro, sino también en los cuantiosos estudios previos que realizaba previamente, y en este sentido el mejor ejemplo es la Grand Jatte, para el que hizo numerosos dibujos anteriores de cada una de las figuras, que hoy en día se conservan como obras maestras en sí mismas.