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Capilla de los Luna, Catedral de Toledo

Publicado por Laura Prieto Fernández

Durante la Edad Media y el Renacimiento se levantaron un gran número de catedrales por todo el mundo, la financiación de tan grandes construcciones no siempre era fácil y a menudo las obras se dilataban en el tiempo debido a la falta de recursos económicos. En este sentido, era común que los feligreses participasen de las donaciones como ayuda a la construcción de la catedral y muchos nobles tuvieron un papel determinante en las construcciones, tanto es así que las familias más acaudaladas y poderosas solían financiar la construcción de alguna capilla en el interior del templo para que les sirviese a modo de descanso y gloria eterna. De esta manera, no nos sorprende encontrar en el interior de las grandes catedrales o de algunas iglesias importantes, pequeñas capillas que llevan el nombre de los nobles allí enterrados.

La obra que aquí analizamos recibe el nombre de Capilla de Santiago o Capilla de los Luna y se encuentra situada en la girola de la Catedral de Toledo. Parece ser, que su construcción fue encargada por Don Álvaro Luna, condestable de Castilla, valido del monarca Juan II de Castilla y maestre de la Orden de Santiago. La capilla se llevó a cabo en la primera mitad del siglo XV, concretamente en el año 1434, y se levantó en el mismo espacio que ocupaban tres antiguas capillas de la girola por lo que a día de hoy es una de las más grandes de la catedral. Tiene levanta ochavada y estilísticamente la podríamos encuadrar dentro del estilo flamígero.

A la muerte de Don Álvaro en 1453, las obras aún no habían finalizado por lo que su esposa, Doña Juana de Pimentel se hizo cargo de la construcción y más tarde, relevando a ésta, lo hará su hija, María de Luna. Fue precisamente María quien mando construir los sarcófagos en los que descansan los cuerpos de sus padres, él flanqueado por los caballeros de la Orden de Santiago y ella por unos monjes franciscanos.

La capilla se completa con un precioso retablo que Doña María de Luna encargó a los pintores Sancho de Zamora y Juan de Segovia. Presenta una predela con cinco lienzos de los cuales el central representa La lamentación sobre el cuerpo de Cristo muerto, así como cinco calles y dos cuerpos que se remata con una imagen de la Virgen de la Leche. En realidad, y pese a los numerosos estudios que se han realizado de la pieza, a día de hoy los expertos siguen sin poder determinar a quién de los artista pertenece cada una de las tablas.