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Basílica de Santa María del Mar, Barcelona

Publicado por Laura Prieto Fernández

La basílica de Santa María del Mar de Barcelona es uno de los templos más importantes del gótico mediterráneo. El templo -que data del siglo XIV- fue encargado por los vecinos de la zona del muelle y la Ribera; la iniciativa de la construcción del templo fue de Bernardo Llul y sin embargo la basílica estaría destinada a los cultos de estos feligreses de clase media-baja mientras la catedral de Santa Eulalia se destinaba a las clases más nobles de la ciudad. La implicación de los ciudadanos fue tan grande que la puerta principal está dedicada a bastaixos, encargados de descargar los muelles de la ciudad, por su gran apoyo y trabajo en la construcción del templo.

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Su construcción fue muy rápida, los trabajos comenzaron en 1329 y en menos de sesenta años, en 1383, se realizó en el templo la primera homilía. Los maestros de obra también son bien conocidos, el maestro principal era Berenguer de Montagut aunque también participó en la construcción Ramón Despuig.

La construcción se resuelve a través de una planta de salón, típica del gótico mediterráneo, de tres naves en la que la central es el doble de ancha que las laterales. La cabecera presenta múltiples capillas en disposición radial y deambulatorio en torno al altar mayor. En los contrafuertes de los laterales se abren múltiples capillas al igual que en la zona de los pies, aquí el conjunto aparece rematados por dos torres de aspecto circular y un pequeño nártex de entrada.

El edificio trasmite la idea de un espacio diáfano y único, así el sistema de apoyo a base de pilares poligonales está muy espaciado por el interior del templo y las naves laterales presentan poca desnivelación con respecto a la central.

El sistema de cubrición se realiza a través de bóvedas de crucería de las que debemos destacar la decoración de las claves donde se unen los nervios de la bóveda. También destacar que estos nervios se cortan en el capitel del pilar octogonal y no caen hasta el suelo en forma de baquetones por lo que el espacio resulta aún más limpio y diáfano.

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La sencillez de su interior también está reflejada en el exterior sin embargo, éste parece mucho más robusto y pesado que el interior del templo. Trata de evitarse las distintas profundidades en las paredes al igual que la verticalidad de hecho, la horizontalidad se remarca continuamente a través de líneas de imposta y molduras. El muro es aún el protagonista de la construcción, es un muro liso y poco calado que ayuda a trasmitir esa sensación de pesadez.

La sencillez también está remarcada en sus tres fachadas, de ellas la principal parezca quizá más galana por las torres octogonales que la flanquean pero en general la simplicidad es la nota clave de todas ellas con amplias superficies de paramento sin ninguna decoración y gruesos contrafuertes que, pegados al muro, remiten a las construcciones románicas. Especial mención merecen las representaciones de San Pedro y San Pablo y el rosetón flamígero de la fachada principal que fue construido tras el incendio que asoló el templo en 1428.