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Hipódromo de Constantinopla

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo del siglo V d.C. la ciudad de Constantinopla se convirtió en una de las metrópolis más grandes y concurridas de todo el mundo; capital del imperio bizantino la ciudad era un potente foco cultural y artístico donde surgieron algunas de las manifestaciones artísticas más destacadas de la época. Sin embargo, la sociedad bizantina no sólo levantó bellos monumentos artísticos sino que muchas de las construcciones que a priori debían ser simplemente funcionales fueron dotadas de gran belleza; así por ejemplo el hipódromo de Constantinopla que en principio estaba destinado a albergar carreras de caballos se convirtió en un importante enclave artístico y monumental. A lo largo de la antigüedad las carreras de caballos fueron una de las actividades lúdicas más populares; tanto en la Antigua Grecia como en el Imperio Romano y posteriormente en Bizancio estas carreras fueron multitudinarios eventos en los que participaban todas las capas de la sociedad.

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Cuando en el año 324 el emperador Constantino decidió trasladar la capital de su imperio desde Roma a Constantinopla se llevaron a cabo numerosas obras que dotaron a la ciudad de un nuevo estatus. Una de esas intervenciones fue precisamente la construcción de un hipódromo o circo en el que llevar a cabo las carreras de caballos. Se trataba de una colosal obra que en tan sólo cuatrocientos metros de largo y ciento treinta de anchura daba cabida a más de los cien mil espectadores que acudían a este tipo de eventos.

La pista central tenía planta de U y en su interior se encontraba un muro bajo,spina, decorado con obeliscos y diferentes estatuas que los jinetes debían bordear para completar el recorrido. En uno de los lados cortos de la pista, en la zona este se situaba el palco del emperador que recibía el nombre de Kathisma y en el extremo opuesto las cuadras desde donde partían los caballos y que en Constantinopla estaban decoradas con un conjunto escultórico formado por una cuadriga y un auriga. Las esculturas fueron saqueadas a principios del siglo XIII en torno al año 1204 y llevadas a Venecia donde se situaron en la Basílica de San Marcos.

En el centro del hipódromo se encontraba una de las obras más originales de la época: La Columna de las Serpientes. La obra había sido saqueada del templo de Apolo en Delfos y en su origen debió de conmemorar la victoria de los griegos en las Guerras Médicas. Se trataba de una especie de columna cuyo fusto se componía de la figura de tres serpientes enroscada; en la zona superior las cabezas de las serpientes se unían sustentando una bola del mundo. Pero ésta no fue la única obra que adornaba el obelisco procedente de saqueos, especial mención merece el que ha pasado a la historia con el nombre de obelisco de Teodosio, un gran obelisco realizado en mármol rosa que en origen se encontraba en el Templo de Karnak.

En la actualidad la pista del hipódromo se ha cubierto a modo de plaza mientras que algunos de los monumentos que decoraban la espina se han cercado en zonas ajardinadas.