La Alhóndiga de Bilbao
La Alhóndiga de Bilbao fue un viejo almacén de vinos construido a principios de siglo XX en la zona por la que la capital vizcaína estaba emprendiendo su desarrollo urbanístico. Hoy en día esa área es prácticamente el centro de Bilbao, pero en su momento se conoció como el Ensanche. Algo que también estaba ocurriendo por esas fechas en otras capitales españolas, como Barcelona y su famoso Eixample. Y al igual que ese nuevo barrio de Barcelona se convirtió en el ideal para que trabajaran los arquitectos más novedosos como el propio Gaudí. Lo mismo ocurrió en el Ensanche bilbaíno, si bien aquí hubo más tendencia hacia un Modernismo historicista.
En esa corriente hay que integrar La Alhóndiga que diseñó entre 1905 y 1909 el arquitecto vasco Ricardo Bastida (1878 – 1953). Y es que desde fuera podemos ver que para algo tan funcional como un enorme almacén creó unas fachadas que recuerdan a fortalezas medievales o del Renacimiento. Si bien, ese aspecto lo supo combinar con el empleo de nuevos materiales, ya que este inmueble fue una de las primeras obras públicas que recurrió al uso del hormigón armado como elemento estructural.
No obstante, aquel elegante y enorme almacén quedó prácticamente destruido en un incendio y durante décadas permaneció como una ruina. Sin embargo, a finales del siglo XX iba a surgir la idea de reconvertirlo en un equipamiento cultural para la ciudad. Y aunque la idea tardó en arrancar finalmente se acometió su recuperación.
Y para esa labor se le encargó el diseño arquitectónico a al francés Philippe Starck (1949 – ) quien ha concebido un moderno centro de ocio y cultura para la ciudad. La fachada del inmueble original tan apenas fue modificada. Pero en cambio todo el interior se derruyó para construirlo de nuevo completamente diferente.
Se plantearon tres grandes cubos de varios pisos construidos con ladrillo. En realidad, toda la rehabilitación ha usado los mismos materiales que el edificio original, o sea, acero, ladrillo y hormigón.
Por ejemplo, el acero se ubica en los altos pilares que se elevan en el patio interior de La Alhóndiga. Y en cuanto a esos tres grandes cubos de ladrillo que acogen espacios tan variados como una biblioteca, restaurantes, un gimnasio o salas de exposiciones y de cine, se levantan sobre 43 columnas. Cada una de ellas diferente por completo al resto. Un conjunto en el que participó el escenógrafo italiano Lorenzo Baraldi, y tienen la intención de plasmar la interculturalidad y una posible convivencia pese a las diferencias.
Y si las columnas llaman la atención en la parte baja, en la parte superior lo hace una piscina. La cual es visible en ciertos puntos desde abajo, de manera que el agua se convierte en la cubierta. Una cubierta que permite el paso de la luz y que es móvil, gracias al movimiento que le dan a las aguas los bañistas.
En definitiva, que la vieja Alhóndiga, abierta en 2010 y cuyo nombre actual es Centro Azkuna, viene a sumarse a la lista de intervenciones arquitectónicas firmadas por las grandes estrellas de la construcción mundial. Y es que a Starck en Bilbao le acompañan Frank Gehry y el emblemático Guggenheim, o el británico Sir Norman Foster, creador de las novedosas bocas de metro bilbaínas.