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San Pedro del Vaticano (I)

Publicado por Chus

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La basílica de San Pedro del Vaticano fue encargada al arquitecto Bramante por el Papa Julio II para elevar un edificio digno de la capital de la cristiandad, en el lugar en el que se encontraba la primitiva basílica paleocristiana, que debía ser derribada. Bramante concibe para la misma un edificio de plan central, de cruz griega con una altísima cúpula central destacando sobre las otras cuatro menores que se situarían en los ángulos de los brazos. Solo se hicieron los cuatro pilares de sostén de la cúpula central.

A la muerte de Bramante, tanto Rafael como Antonio de Sangallo el Joven reciben el encargo de continuarla, pero ninguno de los dos consigue realizar avances significativos, aunque sí modifican el trazado central por otro de cruz latina. El Papa Paulo III le encarga posteriormente a Miguel Ángel (que en esos momentos ya tiene setenta años) que la continúe y, aunque éste en un principio se niega, el Pontífice le obliga a aceptarla, cosa que éste termina haciendo, aunque exigiendo plena libertad para hacer lo que considere más conveniente.

Miguel Ángel retoma la idea bramantina del plan central, con una planta de cruz griega, pero más simple, con una única entrada principal. Bramante había querido realizar una cúpula semejante a la del Panteón de Roma, grandiosa en su interior, pero sin visibilidad exterior, mientras que Bounarroti se plantea una cúpula grandiosa como la de Santa María in Fiore de Florencia. Así, en el centro de la iglesia, sobre cuatro enormes pilares levanta una enorme cúpula de 42 metros de diámetro que, requiere el contrarresto de otras cuatro menores detrás de los pilares, como en Santa Sofía.

En el exterior la cúpula (de 131 metros de altura) se eleva sobre un enorme tambor circular que presenta columnas pareadas de orden corintio que sobresalen del muro, confiriéndole de este modo un gran volumen. Entre ellas sitúa grandes ventanales rectangulares adornados con frontones alternativamente triangulares y curvos. Sobre el tambor coloca un sobrecuerpo o segundo tambor con una decoración de guirnaldas, elemento decorativo que gusta mucho al genial artista, cada una correspondiendo a un vano. A partir de este segundo cuerpo se levanta la cúpula que tiene los nervios destacados, generando un gran juego de luz y sombra. Sobre la cúpula, como remate coloca una linterna abierta a la luz levantada también sobre pares de columnas. En el exterior la cúpula está dotada de una gran fuerza expresiva, gracias al juego de masas, de tensiones y de rupturas de corte netamente manierista (dinamización del entablamento, alternancia de frontones, juegos lumínicos, etc.). En el interior, sirve para llenar de luz el espacio del crucero, creando con ello una sensación espacial diáfana e ingrávida, además de dotar al edificio de un gran sentido monumental. Es la cúpula que sirvió de modelo a las grandes construcciones posteriores, no solo del manierismo sino del barroco. La cúpula de San Pedro va a ser concluida por su discípulo Giácomo della Porta quien realizó un perfil un tanto más afilado del que parece haber proyectado Miguel Ángel.