Arte
Inicio Escultura, Roma Brutus Barberini

Brutus Barberini

Publicado por Laura Prieto Fernández

El Brutus Barberini también conocido como Patricio Barberini o Togado Barberini es una escultura exenta de época romana que representa a un hombre togado portando los retratos de sus antepasados. La obra dataría del siglo I a.C. por lo que sus características estilísticas entroncan con la estética de la época republicana.

Togado

El grupo escultórico ha sido tallado en tamaño natural, la escultura de Brutus mide unos 165 cm, y fue realizado en mármol blanco un material que habla del importante estatus social que mantenía el cliente. Brutus aparece de pie ataviado con una larga túnica que se sujeta con una fíbula y forma numerosos pliegues a lo largo de su caída; la vestimenta del representado es una clara alusión a su condición social, un símbolo de patriciado. En ambas manos soporta los bustos de sus antepasados, la mano derecha sostiene a plomo uno de los bustos mientras que el busto izquierdo se apoya en una columna elegantemente tallada con decoración vegetal.

Tradicionalmente la escultura romana bebe de dos fuentes significativas: por un lado la estatuaria griega clásica donde las figuras adquieren cierto porte idealizado – una tendencia que se muestra aún más evidente en la época imperial que en la república-. En la escultura Barberini se aprecia un ligero contrapposto griego de manera que la pierna izquierda que permanece en tensión se corresponde con el hombro ligeramente elevado de la derecha y la pierna derecha más relajada tiene su correspondencia en el hombro izquierdo que cae sutilmente.

En la escultura del Brutus Barberini se hace patente el realismo heredado de la estatuaria etrusca. Durante la época republicana fue costumbre que las familias patricias venerasen a sus antepasados a través de imágenes realistas que se han conocido como Imagines Maiorus. En realidad el realismo se conseguía a través de máscaras mortuorias realizadas con cera que posteriormente servían para como molde para fabricar la esculturas de mármol. Dichas esculturas tienen un carácter privado puesto que su veneración se llevaba a cabo dentro de las capillas que las familias tenían en sus propios hogares, por lo que no podríamos de una representación pública.

Los rostros de las tres figuras adquieren un carácter sereno e incluso solemne. Son la perfecta expresión de la evolución sufrida por el retrato republicano ya que cada uno de los tres representados pertenece a una época diferente.

La composición es cilíndrica y tiende hacia el bloque de manera que el escultor no separa demasiado los brazos del resto del cuerpo. Para romper esa sensación de pesadez el artista separa en la zona inferior las piernas de la columnilla labrada. Resulta evidente que la figura ha sido trabajada desde un ángulo frontal, como si se tratase de un relieve y no de una escultura exenta, sin embargo el minucioso detallismo con el que el artista representa los pliegues de los paños otorga movimiento y resta simplicidad a la figura. Son precisamente esos mismos pliegues los que a través de las luces y las sombras provocan un osado juego de claroscuros y rompen con la verticalidad del conjunto.