Las infantas Luisa y Federica de Prusia, obra de Schadow
Este grupo escultórico realizado en mármol se conserva en la Galería Nacional de Arte de Berlín. Y se trata de una obra creada por el artista alemán J. Gottfried Schadow (1764 – 1850), quién junto a Christian David Rauch es uno de los más insignes representantes de la escultura neoclásica en aquel país.
Como buena muestra de ello serviría citar que Schadow fue el autor de la cuadriga que corona la parte central de la famosa Puerta de Bradenburgo en Berlín. Y en una escala más reducida, aunque también de corte muy solemne, otra de sus obras más representativas es este grupo escultórico realizado entre los años 1795 y 1797. En él vemos un retrato doble de las dos jóvenes infantas prusianas, y es que el retrato doble fue algo muy habitual durante el Neoclasicismo.
Además de su significado artístico, la obra tiene un importante valor histórico. Las infantas Luisa y Federica de Prusia eran hijas del rey Federico Guillermo II de Prusia y de su segunda esposa, la reina Federica Luisa de Hesse-Darmstadt. Ambas jugaron un papel relevante en la historia de Prusia y de Alemania. Luisa se casaría con Federico Guillermo III y sería reina de Prusia, mientras que Federica se convertiría en la reina de Hannover tras su matrimonio con el príncipe regente Jorge.
También es muy neoclásica la composición de la obra. Vemos a las dos infantas en pareja y abrazadas, de forma que tan sólo sobresale un brazo de lo que sería el bloque marmóreo. Y ese brazo, con su leve escorzo, en realidad sirve para provocar aún más la unión entre ambas y definitivamente cerrar por completo la composición. De esta manera, se aprecia que todas las formas de la escultura tienden a una única visión frontal y a una especie de relieve.
El tratamiento del mármol es otro aspecto a destacar de la obra. Schadow logra darle a la piedra una textura suave y delicada, casi como si se tratase de la piel de las jóvenes infantas. El detalle en los rostros y en los pliegues de los vestidos es exquisito, demostrando la maestría técnica del escultor.
Y eso pese a que las dos chicas aparecen vestidas con la típica moda de su momento, basada en trajes muy ampulosos de talle alto, pero que aquí se convierten en telas envolventes que contribuyen en ese cierre del bloque escultórico.
En definitiva, es una obra de corte totalmente neoclásico, rechazando la frivolidad que había caracterizado al arte rococó de las décadas precedentes. Por el contrario, aquí todo trasmite nobleza, serenidad y equilibrio, desde los paños de los ropajes hasta el racional peinado de las jóvenes. Todo ello inspirado en los queridos modelos de la escultura grecolatina que estudiaban y reverenciaban los artistas neoclásicos.
En este caso, las obras que el artista tomó como referencia fueron el grupo de Baco y Ariadna de Marbury Hall, y el de Cástor y Pólux de San Ildefonso.
Y sin embargo, también se puede ver como Schadow con esta obra está anticipando ciertas tendencias que hallarán su esplendor en los años siguientes durante la pujanza del arte de corte romántico.
A ello hay que atribuir la individualización que hace de los caracteres de las niñas, en las que se aprecia una especie de nostalgia meditativa, lo cual no era el estereotipo de sensaciones que solía transmitir la escultura neoclásica.
Como curiosidad hay que saber que Schadow trabajaba en equipo para desarrollar sus obras en mármol. De hecho, creía que era imposible que una única persona esculpiera este tipo de trabajos. Él era un firme defensor del método de trabajo de sacado de puntos. Y en ello habían de intervenir al menos tres personas en distintas fases. Uno tenía que determinar los puntos en el mármol y el primer vaciado. Otro segundo tenía que tallar la piedra, y el último era el encargado de darle el acabado final, realizar los detalles y convertir la superficie pétrea en la piel de las figuras.