Ábside San Clemente de Tahull
La Iglesia de San Clemente de Taull se encuentra en la valle del Bohí, provincia de Lérida. Es una iglesia de estilo románico e influencia lombarda, con tres naves longitudinales y testero rematado en tres ábsides.
En el ábside central de esta iglesia encontramos una de las mejores representaciones de la plástica románica en la Península Ibérica. Es posible que el artista que realizó la obra tuviera una procedencia italiana, lo cual explicaría la influencia bizantina en estas pinturas; también parece probable que este mismo artista trabajara en otras iglesias del valle del Bohí como la de Santa María de Tahull.
La obra se realiza sobre una bóveda de cuarto de esfera que mide aproximadamente unos 4 metros. La técnica empleada es una combinación de fresco y temple, lo que quizás explique las importantes pérdidas que ha sufrido la obra.
En la parte superior aparece representado la Maiestas Dominii, un Cristo en majestad típico del Románico, situado en la bóveda celeste. Es un Pantocrátor es decir, Cristo sedente en actitud de bendecir como Cronocrator y Cosmocrator (señor del tiempo y del espacio). En su mano izquierda porta un gran libro en el que se lee EGO SUM LUX MUNDI, yo soy la luz del mundo. Está representado en una almendra mística que recibe el nombre de mandorla. A los lados del Cristo aparecen las letras griegas alfa y omega, aludiendo a la condición de Cristo como principio y fin de todas las cosas.
Aparece rodeado por el Tetramorfos, los cuatro evangelistas con sus símbolos: San Mateo representado por el ángel hace referencia a la encarnación, San Lucas representado por el toro a la pasión, San Marcos con el león hace referencia a la resurrección y por último San Juan con el águila a la ascensión de Cristo. El conjunto de la parte superior se completa con dos serafines de seis alas.
En la parte inferior vemos un friso que se distribuye en dos grupos separados por un pequeño vano que ilumina el ábside, en él aparecen representados a los Apóstoles y la Virgen. A un lado Santo Tomás, San Bartolomé y la Virgen, al otro Santiago, San Juan, y San Felipe cuya figura hoy casi ha desaparecido por completo. Los Apóstoles portan un libro cada uno, mientras que María sostiene un cáliz que hace referencia al Santo Grial. Las figuras se representan bajo arcos rebajados sostenidos por columnas.
Este conjunto iconográfico, tan repetido en época románica, es extraído de un pasaje del Apocalipsis de San Juan.
Con la excepción del tetramorfos y los serafines que se giran hacia Cristo, las figuras muestran una gran frontalidad mirando fijamente al espectador. Son figuras hieráticas, que no muestran ningún tipo de sentimiento y que tan sólo se rigen por un tipo de perspectiva, la perspectiva jerárquica, que representa las figuras más importantes (Cristo) de mayor tamaño.
Las figuras se adaptan al marco arquitectónico que las alberga con torsiones y posturas imposibles, sin embargo pequeños detalles como la mano que bendice o los pies de Cristo que se apoyan en un pequeño mundo, empiezan a escapar del marco.
La bidimensionalidad rige todo el conjunto, es una pintura plana, en la que no se aprecian fondos donde ubicar a los personajes. El contorno de las figuras aparece perfilado en negro, predominando la línea sobre el color, que solo se utiliza como relleno. . Los colores son puros y brillantes destacando sobre todo los tonos terrosos y azules, extendidos de manera uniforme.