Monumento a Clemente XIII de Canova
El escultor italiano Antonio Canova había realizado años antes otro grupo monumental dedicado a un Papa romano, concretamente el Monumento a Clemente XIV. Pero basándose en esta experiencia previa, en el año 1792 realizó esta otra obra dedicada a otro Papa, ahora a Clemente XIII, un grupo escultórico que forma parte del ingente patrimonio artístico que atesora la Basílica de San Pedro del Vaticano, en Roma.
En realidad, este segundo encargo es fruto del anterior monumento, que sin duda satisfizo enormemente a la curia romana por su gran calidad artística y por la sobriedad de las formas. También en este caso, uno de los referentes para acometer esta escultura son las obras monumentales y barrocas de Gian Lorenzo Bernini, de quién toma el esquema compositivo basado en una estructura piramidal. Si bien, en esta ocasión quiere plantearse nuevos retos a sí mismo, y por ello el grupo tiene más figuras, y además él las trabaja de forma más individual que en el caso precedente.
Aquí el Papa Clemente XIII está arrodillado sobre su sarcófago rezando piadosamente, e incluso se ha despojado de la mitra papal en señal de respeto y reverencia hacia Dios. Se trata de una representación extraordinariamente realista del Sumo Pontífice.
Mientras que a nuestra izquierda se ve una figura alegórica de la Fe, representada por una mujer coronada que está de pie y que lleva la Cruz. Y en el lado derecho, se ve sentado la representación del Genio de la Muerte, en una pose muy relajada, apoyado en el sarcófago. Precisamente este personaje había sido muy habitual que apareciera en el pasado en monumentos funerarios como éste, y sobre todo durante los años de predominio del estilo barroco, cuando esta figura alegórica solía aparecer en forma de esqueleto. En cambio aquí es un joven con alas, de gran belleza y delicadamente tallada. Su pose es bastante lánguida, sus miembros esbeltos y su mirada dulce.
En realidad, esta figura es una parte muy importante del mensaje que se quiere lanzar con este monumento. El aspecto tan agradable del Genio de la Muerte pretende transmitir la idea de tranquilidad, de que con la muerte se alcanzará la paz perfecta de la eternidad. Y está claro que esta síntesis entre la belleza y la muerte es una idea clave en la tradición artística de corte clásico.
El conjunto lo completan las figuras de dos leones que flanquean la entrada a la tumba papal, lo que incrementa aún más si cabe el tono monumental que posee todo el conjunto escultórico, realizado íntegramente en mármol.
Tanto esta obra como la precedente dedicada a Clemente XIV son buenos ejemplos de la concepción artística y escultórica de Antonio Canova, quién en todas sus obras busca que la representación sea sumamente clara, casi simple y posea un tono grave, siempre planteando todos sus elementos con un escrupuloso respeto a las formas artísticas clásicas, como no podía ser de otro modo en el que está considerado como uno de los más grandes artistas del estilo Neoclásico.