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Cristo sobre la piedra fría, Juan de Flandes

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo de los siglos XV y XVI se produjo un importante trasvase de influencias entre España y el norte de Europa y más concretamente en torno a Flandes, las relaciones políticas entre ambos países facilitaron las relaciones entre los dos países que fueron no solamente políticas sino también sociales, comerciales e incluso culturales. Por aquel entonces los pintores conocidos como Primitivos Flamencos ya cosechaban una fama internacional y la pintura del Norte de Europa era todo un referente, en la entrada de hoy hablaremos precisamente de un artista que puede adoptar mejor que nadie el epíteto de hispano flamenco ya que pese a nacer en Flandes gran parte de su carrera artística la desarrolló en nuestro país, es el conocido pintor renacentista Juan de Flandes.

Juan de Flandes (1465 – 1519) es un pintor cuya vida a día de hoy todavía nos supone todo un misterio ya que no se tienen datos fehacientes acerca de su origen ni de su formación, todo lo que conocemos sobre este artista es que a finales de la década d los noventa llegó a España para ocupar el cargo de pintor de la reina Isabel la Católica, damos por hecho entonces que en su país de origen el artista debía contar con un gran reconocimiento.

Fue precisamente al poco tiempo de llegar a España cuando el pintor debió de realizar el pequeño lienzo que aquí analizamos, El Cristo sobre la piedra fría que data de los años 1496 o 1497. Se trata de una pequeña obra que en la actualidad se exhibe en el Museo del Prado de Madrid y mide tan solo treinta centímetros de altura y poco más de veinte centímetros de anchura. En ella se representa un episodio poco típico de la pintura, este tipo de escena es más propio del campo escultórico; a menudo, se confunde con un Ecce Homo pero en ese caso, la figura de Cristo está acompañada de Poncio Pilatos y se encuentra en el Pretorio, en esta ocasión se presenta en la cima del monte Gólgota esperando su fatídico destino.

Cabe destacar que el artista ha representado a Jesucristo sin el tradicional paño de pureza, completamente desnudo y despojado de todas sus vestiduras -tan sólo conserva la corona de espinas y tras él el madero d la cruz- para ello lo coloca en una posición pudorosa que evita el pliegue inguinal: aparece con las piernas cruzadas y las manos estratégicamente colocadas sobre el regazo.