Perseo convierte en piedra a Fineas y sus seguidores de Giordano
El pintor italiano Luca Giordano es uno de los más prolíficos de toda la Historia del Arte, de hecho, era más conocido por “Luca fapresto” (Luca lo hace rápido). Tal vez por esa razón recibió este encargo.
Hoy en día, su gran tela de Perseo convierte en piedra a Fineas y sus seguidores cuelga en las salas de la National Gallery de Londres, pero lo cierto es que originalmente se realizó para la sala de recepciones de un palacio en Génova (Italia). Y este encargo que recibió Luca Giordano constaba de tres telas monumentales. Por ejemplo, este de Perseo tiene una superficie de 275 x 366 cm.
Los otros dos eran de dimensiones semejantes y se dedicaban a los siguientes temas. Uno religioso como es la Muerte de Jezabel y otro de la historia de Roma: el Rapto de las Sabinas.
Todos ellos los realizó en el año 1680, y son magníficos ejemplos de este artista del Barroco. Giordano (1634 – 1705) nació en Nápoles y allí recibió sus primeras formaciones como pintor, sin embargo en 1652 ya abandonó su ciudad natal y estuvo en lugares como Roma, Florencia o Venecia, e incluso durante unos años estuvo trabajando en el corte de España. Y lo cierto es que su estilo es fruto de todas esas influencias y en él se reúnen elementos de las distintas escuelas pictóricas italianas.
El resultado es una pintura exuberante en el que se pueden rastrear el colorido propio de Tiziano o del Veronés, la composición estudiada de Pietro de Cortona o el silueteado de las figuras característico de Matia Pretti.
Con todo ello genera una escena típica de este momento del Barroco. Es una escena de acción, un enfrentamiento entre luz y oscuridad, entre el bien y el mal, entre la belleza y lo horroroso.
De alguna forma, sin que conozcamos los detalles del relato mitológico en el que Perseo usa la cabeza de la medusa para petrificar a Fineas y sus compañeros, lo cierto es que podemos identificar que pasa en el cuadro, y sobre todo, quiénes son los buenos y quiénes los malos. La figura de Perseo, en el color azul más puro del cuadro, está aislada visualmente del resto y también es la única que nos mira a los espectadores. Algo que por otra parte viene justificado por el relato, ya que no puede mirar a la Medusa, porque si lo hace quedará petrificado como sus enemigos.
Una actitud de Perseo idéntica a como se nos presenta en multitud de obras de arte desde tiempos remotos, ya que lo vemos representado en las pinturas murales romanas de la ciudad de Pompeya.
Aunque la representación más conocida y popular de Perseo y la cabeza de la medusa posiblemente sea una escultura. Hablamos de hermoso Perseo de Cellini que se ve en Florencia.