Perseo y Andrómeda de Rubens
Esta obra, realizada al óleo y sobre tela, la pintó Petrus Paulus Rubens en el año 1622 y hoy en día se conserva dentro de la colección de pintura barroca del Museo del Ermitage de San Petersburgo, en Rusia.
Dentro de la amplísima producción pictórica de Rubens, con infinidad de retratos y escenas de carácter religioso, por supuesto también hay un elevado número de obras dedicadas a las temáticas de la mitología clásica, y el personaje de Perseo protagoniza algunas de estas obras, como en esta del museo de San Petersburgo o en otras conservadas en el Prado de Madrid o la Gemäldegalerie de Berlín.
En este caso, no nos lo presenta como sería habitual en la pintura barroca más prototípica, es decir, el instante culmen y más dramático que sería precisamente el momento de la vibrante lucha con la medusa para salvar la vida de Andrómeda. Si no que ya ubica la escena en un momento posterior al triunfo, sin embargo al monstruo vencido se le recuerda con el escudo que porta Perseo. Un escudo que inmediatamente nos recuerda la curiosa pintura de la Medusa del italiano Caravaggio.
En realidad, pese a que la escena debería ser mucho más tranquila y apaciguada, todo tiene casi el ritmo de esa pelea y está concebida con gran dramatismo. Por ejemplo, su caballo Pegaso sigue todavía alerta y preparado, ya que todavía permanece con sus alas desplegadas. Mientras que la figura de la Gloria desciende de los cielos para coronar a Perseo.
Todo el carácter, la fuerza y el temperamento del héroe mitológico se pueden apreciar en sus piernas, extraordinariamente combadas y poderosas. Una figura totalmente armada, que inmediatamente contrasta con el cuerpo desnudo de Andrómeda.
Una mujer con todos los prototipos de belleza que abundan en las obras de Rubens y cuyo máximo exponente podrían ser las mujeres de su cuadro Las Tres Gracias.
Aquí de nuevo se trata de una mujer de piel clara, un cuerpo robusto y sin embargo que parece ser solo de aire y de luz. Lógicamente Perseo queda inmediatamente prendado por semejante belleza, y tras su victoria será recompensado con el amor de Andrómeda.
Ese es el verdadero mensaje de la obra, ya que siempre se quería lanzar algún tipo de adoctrinamiento con este tipo de escenas sacadas de los relatos mitológicos. Y en este caso se trataba de plasmar como tras una lucha heroica se acababa conquistando la libertad y el bienestar.