Perseo libera a Andrómeda de Piero de Cosimo
Piero de Cosimo (1462 – 1521) es un artista muy peculiar dentro del Renacimiento y su evolución hacia el Manierismo. Es un creador con un mundo propio, un imaginario muy peculiar, lo cual sin duda es debido a su particular personalidad. De hecho, fue un personaje especialmente dotado para el retrato, pero solo se dedicaba a ello cuando necesitaba algo de dinero para sobrevivir. Y se cuenta que conseguía hacer con lo justo, ya que parecía que a él, lo único que le alimentaba era pintar de forma obsesiva, o al menos así nos lo presenta Giorgio Vasari en su célebre Vida de artistas.
Lo que sí que es cierto que Piero de Cosimo, nunca contó con el favor y los encargos de la familia más poderosa de Florencia, los Medicis, los grandes mecenas de su época. Y por eso pintaba a su capricho, sin depender de encargante alguno, salvo cuando aceptaba el trabajo de algún retrato.
De alguna forma, es una especie de artista maldito, que pinta en soledad, y crea telas en las que vuelca su particular universo con seres de lo más extraños y seguramente solo comprensibles por él mismo. Algo que lo une con su contemporáneo El Bosco, o con un pintor de una generación posterior como es Arcimboldo.
Ejemplo de ello es esta tela que hizo hacia el año 1510 y que actualmente se expone en la Galería de los Ufizzi de Florencia.
En ella nos cuenta a su manera la historia de Perseo y Andrómeda. Perseo según la mitología era hizo de Zeus y Danae, y era el personaje que tenía que vencer a la malvada Medusa. Un monstruo marino que atemorizaba las cosas de Fenicia. El caso es que Perseo consiguió vencer decapitando al monstruo, y al regresar vio como Andrómeda había sido atada a un piedra para satisfacer a la Medusa. Obviamente la liberó y no solo eso, sino que uniéndose a ella iba a crear en Micenas la dinastía de los Perseidas.
Todo eso lo han narrado infinidad de artistas, desde el veneciano Tiziano hasta el neoclásico alemán Mengs, pasando por el arte barroco del flamenco Rubens. Pues bien, de todos ellos una de las versiones más peculiares es la de Piero de Cosimo. Una escena que es de las menos apegadas a una visión realista (teniendo en cuenta los hechos mitológicos narrados).
En fin, que no es extraño que las imágenes de este pintor no fueran especialmente apreciadas en su tiempo. Pero a cambio, fueron muy estudiadas varios siglos después, por unos creadores tan peculiares como los artistas que integraron el movimiento del Surrealismo.