Sátiro lamentándose de la muerte de una ninfa de Piero di Cosimo
Piero di Cosimo (nacido hacia 1462 y fallecido después de 1515) era hijo de un orfebre y entró de niño a aprender el oficio de pintor en el taller del artista florentino Cosimo Rosselli, quien influyó tanto en él, que hasta adoptó su apellido.
La verdad es que si algo define su trabajo pictórico es que plasma su absoluta devoción por la naturaleza. De hecho en la famosa obra de Vidas de artistas de Giorgio Vasari, este nos cuenta que su pasión por la vegetación era tal que incluso se negaba a que se recolectaran las frutas de sus árboles o las uvas de los viñedos. Y que una de sus grandes aficiones era salir al campo sencillamente a buscar plantas o tratar de ver a los animales salvajes.
Todo eso luego lo volcaba en sus obras y añadía la fantasía, el segundo elemento que le caracteriza, y que tanto aquí como en otras de sus obras quedan bien de manifiesto. De hecho, muchos de los cuadros, como este que vemos aquí, tienen una clara intención decorativa y se concebían para integrarlos en el mobiliario de las casas de lo más pudientes. Si bien algunos nos han llegado desligados de esa función, como esta amplia tabla (65 x 184 cm.) pintada al óleo que hoy en día se salvaguarda en la National Gallery de Londres.
Para ser justos hay que decir que se ignora a ciencia cierta que quiso representar aquí di Cosimo. De manera que los historiadores han querido entenderlo como una tabla decorativa y aleccionadora sobre lo malos que pueden ser los celos entre un matrimonio. Por eso se interpreta que quizás la muerta sea Procris, esposa de Céfalo, quien según se nos narra en las célebres Metamorfosis de Ovidio, estaba loco de celos e hizo seguir a su esposa para comprobar si le era infiel. Su locura hizo que la matara, ya que un sencillo ruido sospechoso en el bosque le hizo creer que le estaba engañando. Y sin llegar a comprobar si era verdad, le lanzó una lanza mágica que su propia esposa le había regalado, y de aquella herida murió la mujer.
Murió ante la mirada triste del perro sabueso al que Céfalo le había ordenado seguirla. Y también contempló el cadáver desconsolado un sátiro, mitad hombre mitad macho cabrío. Por cierto, este ser mitológico no se menciona en el relato de Ovidio, pero sí en una adaptación teatral que tuvo mucho éxito en el siglo XV. Por lo que tal vez fuera la inspiración para Piero di Cosimo. No obstante, como decíamos al principio todo esto son especulaciones, muy bien argumentadas y documentadas, pero no se puede asegurar plenamente que esta fuera lo que quiso representar el pintor en su obra.