El Jardín del Edén de Brueghel el Viejo y Rubens
Los pintores flamencos Jan Brueghel el Viejo y Peter Paulus Rubens colaboraron en diversas ocasiones, y llegaron a firmar obras conjuntamente. Son varios los ejemplos de esta autoría compartida, como por ejemplo en su serie de Los sentidos con cuadros dedicados a la vista, el oído o el olfato.
Y también compartieron lienzo en esta obra de 1615 que es una de las grandes joyas que atesora el Maurithuis Museum de La Haya, en los Países Bajos.
Ambos firman la obra y ya en esa inscripción están las claves para saber quien hizo qué. Se puede leer a la izquierda “Petri Pauli Rubens FIGR”, y al otro lado “IBrueghel FEC.”. Por ello se puede deducir que Rubens pintó las figuras, mientras que Brueghel fue el autor del paisaje y de los numerosos animales. Pero además de por la información de las rubricas la propia técnica distinta que tenían ambos pintores, también los diferencia.
Cuando nos fijamos en los personajes de Adán y Eva, claramente se aprecian unas pinceladas bastante más amplias que las que forman la vegetación y el repertorio animal. Lo cual también nos hace distinguir que no todos los animales los realizó Brueghel, ya que el estilo de Rubens se distingue en elementos como el caballo, la serpiente o el propio árbol de donde arrancan la manzana, provocando el pecado original.
En realidad, Jan Brueghel el Viejo (uno de los hijos del gran Pieter Bruegel el Viejo), era un auténtico especialista en pintar flores y fauna. Gran parte de la producción que salió de su taller de Amberes se centró en esos temas. Y en esa ciudad belga, a la que llegó tras una larga estancia en Roma y Milán, fue donde conoció a su vecino Rubens, con el que no solo hizo hasta una veintena de colaboraciones, también llegaron a tener cierta amistad.
La escena nos narra el momento en el que Eva le da a probar la pecaminosa manzana a Adán. Pero ese pasaje bíblico es la excusa perfecta para pintar un fabuloso edén o paraíso, donde hay un repertorio de fauna verdaderamente fantástico, en el que el fino pincel de Brueghel se explaya en un sinfín de detalles, sea a la hora de representar un gran camello para pintar las minúsculas plumas de un ave.
Sin duda este tipo de composiciones suponían un magnífico escaparate para mostrar las virtudes artísticas de estos dos maestros. Son pinturas espectáculo, abrumadoras. Y por supuesto, como ambos eras pintores muy cotizados, cuando juntaban el talento de ambos sabían sacar un suculento precio por su trabajo, y las grandes fortunas eran capaces de pagar sumas desmesuradas por ello. Tanto en vida de los dos artistas, como posteriormente, ya que en un mismo lienzo se tiene la firma de dos de los más grandes pintores del arte flamenco del Barroco.