La danza de los aldeanos, Rubens
La Danza de los Aldeanos es un pequeño óleo sobre lienzo realizado por el artista flamenco Pedro Pablo Rubens que dataría de en torno a 1635 y que en la actualidad se conserva en el Museo del Prado de Madrid. En realidad se trata de una obra de pequeño formato – la obra apenas cuenta con unos 70 cm de altura y un metro de ancho- pero sin embargo, es una de las mejores muestras de la influencia que el arte renacentista italiano y la tradición flamenca ejercían en el artista.
Rubens (1577- 1640) fue una de las figuras artísticas más destacadas de la época barroca. Aunque los inicios de su formación se pueden situar en algunos talleres locales de Amberes sin lugar a dudas lo más significativo de su formación será el viaje que realizó a Italia donde conoció a los grandes artistas del Renacimiento. Allí comenzó a trabajar para importantes personalidad como el Duque de Mantua quien lo enviaría a España para llevar algunos obsequios al monarca Felipe III. Aquejado de una grave enfermedad el artista regresó a Amberes y estableció allí su propio taller donde se consagró como uno de los mejores pintores de la época.
Parece ser que el lienzo que aquí nos ocupa perteneció a la colección privada del artista y no se realizó por encargo; a su muerte la pequeña obra se encontraba en su taller y posteriormente pasó a manos del monarca español Felipe IV, quien lo dejó en herencia a sus hijos y éstos lo destinarían al Alcázar Real de Madrid en torno a 166.
Se trata de una escena costumbrista en la que un numeroso grupo de aldeanos bailan embriagados en una soleada pradera. Más de quince personajes bailan cogidos de la mano y entrelazándose al son de la música que toca un flautista encaramado a un árbol. En los personajes se pueden observar las típicas vestiduras de los campesinos pero también algunos trajes de la burguesía que no parecen ser acordes a su clase social.
En la obra de Rubens encontramos la influencia de uno de los grandes maestros flamencos, Pieter Bruegel el Viejo, quién ya había realizado con anterioridad este tipo de escenas costumbristas en su obra Juegos de Niños. También parecen evidentes los ecos de las escenas mitológicas que el propio Rubens desarrollaría en obras como La Ofrenda a Venus y que siguen el mismo esquema que podemos observar en la danza de los aldeanos; de hecho podemos observar algunos personajes que se han caracterizado siguiendo estas pautas mitológicas. Así encontramos la representación de Baco en una figura vestida con una piel de leopardo y coronado por laurel.
La algarabía y el dinamismo de la composición es arrollador y se complementa con un velado deseo sexual que se adivina en la actitud de algunos personajes y que es un recurso repetido en la obra del artista flamenco para expresar la fertilidad como fuente necesaria para la vida. Ésta queda plasmada en el frondoso paisaje que enmarca la composición y sirve de escenario a la fiesta campestre.