Lluvia, vapor y velocidad, Turner
Lluvia, vapor o velocidad también conocido como el gran ferrocarril del Oeste es un óleo sobre lienzo pintado por el artista romántico Joseph Mallord William Turner, más conocido como Turner (1775- 1851). La figura de este artista fue bastante polémica en vida pero la historia lo ha consagrado como uno de los mejores pintores románticos. Turner se especializó en la producción paisajística – al igual que Constable- y su obra destaca por el tratamiento de la luz, de hecho su obra ha sido considerada el prefacio de los estudios impresionistas sobre la luz y la dispersión cromática.
Su obra se identifica como ninguna otra con los parámetros románticos: grandiosidad de la naturaleza, ruptura de las reglas clasicistas, la pequeñez humana ante los fenómenos naturales…
La obra realizada en óleo sobre lienzo ya estaría ejecutada en 1844 cuando el artista la presentó a la Royal Academy.
En ella se muestra una escena típica de la época, un paisaje surcado por la figura del ferrocarril; Turner se muestra conciliador con los avances tecnológicos que surgieron tras la Revolución Industrial. Así, en Lluvia, vapor y velocidad Turner representa el ferrocarril más moderno que existía el GWR (gran ferrocarril del Oeste) que en ese momento que atraviesa el puente de Maidenhead sobre el río Támesis. La vista escogida por el artista sería la del Este, en dirección Londres. Con todo la obra no es ninguna elegía al progreso si no que el artista utiliza este nuevo medio de trasporte como un medio para estudiar el movimiento y la desmaterialización en la obra.
El paisaje apenas está definido, el tren viaja a través de las vías en dirección al espectador y en la obra la velocidad, el vapor de la locomotora y la lluvia que azota el paisaje forman una atmósfera que el pintor romántico es capaz de captar con total maestría. La locomotora es quien plasma el vapor, la atmósfera cargada está desdibujada por la lluvia y la velocidad está representada por una pequeña liebre que corre en el lado izquierdo.
La línea del horizonte divide en cuadro en dos partes distintas: la superior ocupada por el cielo y la inferior por el paisaje que se rasga por el ferrocarril.
El artista tomó varios apuntes in situ y después realizó la obra en su taller, la carga de pintura es muy potente y la pincelada es rápida y certera. El color predomina sobre el dibujo de hecho, los contornos aparecen fuertemente desdibujados. La paleta de colores es la típica de la última etapa de Turner, con colores terrosos que abarcan desde el marrón al amarillo.
La composición está ordenada a través de una diagonal que nos trasporta desde el primer plano del cuadro hasta el fondo actuando como un punto de fuga. El movimiento del cuadro es innegable y en su época algunos críticos incitaban a los espectadores a ver el cuadro antes de que el tren se escapara de la obra.
Hoy la obra de Turner se encuentra en la National Gallery de Londres.