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Tormenta de nieve de Turner

Publicado por A. Cerra
Tormenta de nieve de Turner

Tormenta de nieve de Turner

Joseph Mallord William Turner es un pintor romántico que vivió entre los años 1775 y 1851. Pero pese a esas lejanas fechas, se trata de un verdadero revolucionario en el arte de la pintura que se adelantó enormemente a su tiempo, y en algunas de sus obras se ven elementos que se anticiparon décadas e incluso un siglo a corrientes posteriores como el Impresionismo o la Pintura Abstracta.

En esta línea un grandísimo ejemplo es este óleo titulado Tormenta de nieve. Basta con ver esa obra para apreciar cómo fue capaz de alejarse de los paisajes realistas de su época y prescindir por completo de las imperantes representaciones figurativas.

El cuadro se presentó en 1842 con el título inglés Snow Storm: Steam-Boat off a Harbour’s Mouth.

Es óleo sobre lienzo, 91,4 por 122 centímetros.

De hecho, pertenece a Tate Britain, Londres, procedente del Turner Bequest aceptado por la nación en 1856.

Es una pintura en la que existe una fuente de luz bien definida, que al mismo tiempo enturbia todos los objetos que componen la imagen. En este caso lo logra con el efecto atmosférico de la nieve sobre una embarcación que navega, pero en otros casos, como en su famosa Lluvia, vapor y velocidad, hizo algo semejante aprovechando el vapor de la novedosa, por entonces, máquina del ferrocarril.

Se mostró en la Royal Academy ese año, y las primeras reseñas fueron mixtas, incluso abiertamente hostiles.

Muchos no aceptaron la disolución de la forma ni el protagonismo absoluto de la atmósfera.

Y hoy se valora como declaración de modernidad y antecedente de la abstracción pictórica.

De hecho aquí también se trata de un barco de vapor. Una maquinaria que le llegó a obsesionar a Turner. Y que en este caso convierte en todo un símbolo de la capacidad del hombre para luchar contra las todopoderosas fuerzas de la naturaleza.

Y esta era la otra gran pasión de Turner, los efectos climáticos, a veces brutales. Incluso se cuenta que llegó a ordenar que le ataran al mástil de un barco para presenciar una tormenta en el mar, para luego poder trasladar toda su fuerza a sus cuadros.

Turner vinculó la obra a una vivencia en tormenta, narrada cuando la mostró al público.

La famosa atadura al mástil no está documentada, y hoy se toma con cautela.

Es mito del artista antes que hecho comprobado, acorde con su atracción por lo sublime.

Aquí vemos al barco que lucha contra la tormenta y contra el oleaje. Todo es inmenso en el cuadro. Une el cielo y el agua, el vapor con las nubes. Todo es de una fuerza descomunal. Y es que le atraía este tono trágico, casi apocalíptico. Algo que se relaciona con su carácter bastante pesimista.

Turner es capaz de representar todo eso solo con color y con luz. Tan apenas hay formas definidas y reconocibles. La imagen queda totalmente definida por los tonos azules y verdes del mar y del cielo. Solo unas pinceladas amarillas nos permiten identificar las chimeneas del vapor de vapor, cuyo nombre era Ariel. También se distingue un pequeñísimo ojo de buey en color rojo reflejado en las olas. Y unas pinceladas indican las ruedas de la embarcación.

La composición se articula en un vórtice central que funde mar y cielo.

El giro se apoya en pinceladas rotativas, veladuras y pequeños empastes que atrapan la luz.

Ese tejido sugiere nieve, espuma y vapor, y vuelve la percepción casi física del temporal.

La gran incógnita que rodea las pinturas de William Turner es qué técnica utilizó para plasmar sus transparencias únicas, y la velocidad que imprime a la tela. Para ello usaba una pincelada frenética, tan agitada e impredecible como la escena que nos presenta.