Sombra y oscuridad de Turner
En la Tate Gallery de Londres hay dos obras sumamente peculiares del pintor romántico William Turner. Ambas fueron pintadas en el año 1843, y en ellas se ve el influjo de la obra literario del escritor alemán Goethe, cuya obra Teoría de los Colores había sido leída por el pintor en la traducción inglesa.
Estas obras son por un lado, la titulada Luz y Color (Teoría de Goethe), cuyo subtítulo es La mañana después del Diluvio Universal Moisés escribe el libro del Génesis (una obra se puede ver al final de este artículo). Y la otra es la que os presentamos en la parte superior. Se trata de Sombra y oscuridad, que también tiene un subtítulo: La noche del Diluvio.
Se supone que estos cuadros son fruto del estudio de esa obra de Goethe, uno de los máximos representantes de la conceptualización de la estética del Romanticismo. Pero sobre todo son el fruto de sus investigaciones personales, porque Goethe compartía muchos de los planteamientos del escritor alemán, pero consideraba que no había profundizado en el concepto de oscuridad desde una vertiente óptica ni pictórica.
Se puede decir que La Teoría de los Colores era la única referencia sobre la manifestación de la luz y el color desde un punto de vista físico, pero también psicológico y estético. Y por lo tanto era una lectura obligada para todos aquellos interesados en el tema, y más aún si se era pintor. Y por supuesto cuando se era, como Turner, un pintor tan preocupado por estas cuestiones y tan rompedor en sus formas. Algo que se manifiesta no solo en estas obras sino también en otras tan célebres como Lluvia, vapor y velocidad, o la Puesta de sol sobre un lago.
El caso es que realizó estas obras en las que es sumamente importante el propio espectador. Hoy en día estamos acostumbrados a las formas abstractas en el arte, sin embargo a mediados del siglo XIX había que ser muy valiente para realizar unos cuadros en los que no se ve nada identificable. Y tiene que ser el espectador el que de forma intuitiva recomponga lo que le ofrece la luz y el color de la tela.
Por otra parte, los ojos del espectador se han de sumergir ese laberinto de curvas que crea el cuadro, e inconscientemente se ve mezclado con ese movimiento.
En fin, todo un adelantado a su época y un estudioso del arte, cuyas investigaciones y experimentos le llevaron a crear estas dos obras, realmente únicas.