El Temerario de Turner
El título completo de esta obra es “El Temerario conducido al viejo fondeadero”. Fue pintado por William Turner en el año 1838, y se conserva en la National Gallery de Londres.
La imagen que representa la obra es el momento en el que el viejo buque El Temerario es remolcado para su desguace en puerto. Se trata de una imagen que Turner pudo ver en la realidad, porque en el año 1838 el buque de guerra El Temerario fue llevado al dique seco y desguazado tras cuarenta años de servicios en la Marina Británica, para la que había protagonizado importantes acciones, como por ejemplo en la célebre batalla de Trafalgar.
El pintor nos presenta el último viaje de esta embarcación con todos los ingredientes típicos del arte romántico. Es decir, pinta el barco como si fuera un ser humano más, con sus propios sentimientos. En este caso, los de un barco ya viejo, maltratado y próximo al abandono que de forma triste y lenta va camino de la muerte. O sea, romanticismo en estado puro.
Para lograr transmitir esas sensaciones, Joseph Mallord William Turner, ubica la acción en un atardecer, con un sol ya muy bajo en el horizonte que provoca innumerables reflejos y los colores tristes de la caída de la tarde. Por otro lado, para acercarnos a esos sentimientos y provocarnos un poco de misericordia, coloca al barco navegando en escorzo, hacia el propio espectador, en un intento de acercarse a nosotros.
William Turner está considerado como uno de los artistas más grandes que jamás hayan pintado marinas, es decir, escenas desarrolladas en el mar. Y lo cierto es que dominaba todos los recursos para pintar elementos tan difíciles como el cielo y el agua, a los que convierte en protagonistas de sus telas y también de sus acuarelas.
Su gran logro es hacerlo todo a partir de las masas de color, sin tan apenas líneas de dibujo. De este modo, Turner es un creador de atmósferas, y en muchos momentos un artista que usa técnicas que serán experimentadas varias décadas más adelante por otras corrientes pictóricas más modernas, especialmente por los pintores impresionistas.
Pero al mismo tiempo, William Turner es un artista de su época, embebido del Romanticismo vigente en las primeras décadas del siglo XIX, y junto a Constable, el máximo representante de este estilo de pintura en Inglaterra. Pero la gran diferencia entre estos dos inmensos paisajistas es que mientras John Constable transmite sus propios sentimientos personales a los paisajes, en el caso de Turner es la propia naturaleza la que provoca sensaciones en quien observa sus cuadros.
Por eso no es extraño que con el paso del tiempo, Turner cada vez pintara más efectos atmosféricos de gran fuerza, como temporales o tormentas. Aunque aquí el tiempo es relativamente apacible, un tarde clara, con un sol que hace que al barco y a su remolcador de vapor los veamos reflejados en las aguas del mar, porque en esta época la pintura de Turner todavía tiene un contenido y unos protagonistas claros, no como en sus últimas obras, donde cada vez se trata de cuadros de carácter más abstracto.