La esclusa de Constable
Esta es la obra maestra de uno de los grandes paisajistas de la pintura inglesa de estilo romántico, John Constable. Hasta hace poco tiempo formaba parte de la colección Thyssen- Bornemisza, pero en el verano de 2012 fue subastada y adquirida por un comprador anónimo.
El paisaje que nos presenta se sitúa en la esclusa de Flatford, en el condado de Suffolk, la región inglesa donde Constable nació en el año 1776 y a la que recurrió en numerosas ocasiones para inspirarse, como por ejemplo en su cuadro El Molino de Flatford, tela a la que le tenía mucho cariño, ya que el descendía de familia de molineros.
El método que tenía Constable para pintar paisajes era salir de su estudio y pintar al aire libre. Allí realizaba numerosos bocetos y estudios, incluso algunos de ellos los hacía a tamaño real y los pintaba con óleo. Un buen ejemplo de este trabajo previo se puede rastrear en la historia del cuadro La Esclusa, ya que muchos de los bocetos previos se encuentran en el Museo de Arte de Philadelphia.
Gracias a ese trabajo previo, Constable estudiaba en profundidad los efectos de las masas de luz y el color de cada obra. De este modo iba variando su pincelada a cada elemento. Por ejemplo, en sus nubes se advierte una pincelada rota hecha a base de movimientos cortos, lo que le permitía dispersar las nubes sobres sus paisajes ligeros, envolviendo todo el espacio y dando la sensación de una luz brillante.
Esta técnica de pintar cielos en realidad le costó mucho trabajo y muchas horas de práctica, ya que realizó numerosos estudios de nubes, algunos de los cuales están considerados como verdaderas obras maestras dentro de su producción.
Otro efecto característico de la pintura de Constable es cómo pinta el agua en movimiento, a la que dota de unos peculiares reflejos que logra aplicando pequeños empastes de óleo en blanco, simulando así la espuma del agua que corre.
También es interesante como pinta el árbol que domina casi la mitad derecha de la obra. Para él, los árboles no solo eran un elemento más del paisaje, eran grandes protagonistas y los retrataba en toda su complejidad, como si cada uno fuera un ejemplar único.
Más llamativo aún es como pinta el verde de la campiña inglesa. Él observó esos campos constantemente y descubrió infinidad de tonos diferentes, y para reflejarlo usaba en su paleta una ingente cantidad de variaciones del color verde con el objetivo de aplicarlos todos para conseguir plasmar todo el esplendor natural de la realidad.
Y lo cierto es que lo consiguió excepcionalmente y sus cuadros son casi fotografías del paisaje de Suffolk, ya que todavía hoy se pueden buscar muchos de los encuadres que usó y comparar el paisaje actual con el pintado. Algo que no es extraño, porque el autor se identificaba por completo con ese paisaje, y cada vez que lo veía lo miraba con devoción y con ojos nuevos creando en cada ocasión una imagen viva, algo que le emparentaba con otros pintores contemporáneos y sobre todo con los poetas románticos de la literatura inglesa.