Bahía de Weymouth de Constable
Este óleo pintado sobre tela en el año 1816 por el artista inglés John Constable y que se conserva en la actualidad en la National Gallery de Londres es un magnífico ejemplo de estilo pictórico de este fantástico pintor de paisajes con obras tan aclamadas y valoradas como La esclusa o La carreta de heno, que se expone en el mismo museo londinense.
Constable es capaz de descomponer la luz en diferentes tonos para así hacerla vibrar en las zonas iluminadas, e incluso convertirla en trasparencias en otras zonas más oscuras a la sombra. Para ello usa los colores intensos y va rompiendo su propia pincelada con una serie de rizos y giros que es lo que proporciona ese movimiento y en definitiva vida a sus paisajes.
La composición queda cortada por la colina baja que cierra la playa de la bahía. Ese es el fondo, mientras que en primer plano tenemos piedras y rocas que le proporcionan un aspecto agreste al lugar, y más en comparación con los suaves prados que se van alejando hacia la colina.
Es muy interesante detenerse a contemplar como pintaba este artista, ya que es palpable que para ciertas zonas, como son las olas o las nubes, no dudaba en recurrir a un pincel muy cargado, dándole un aspecto matérico a lo que creía conveniente.
Un aspecto determinante de la obra es el cielo, algo que le fascinaba a Constable como se puede ver en obras como El paisaje con doble arco iris, donde el cielo ocupa prácticamente toda la tela. Eso no ocurre en esta representación de la Bahía de Weymouth, sin embargo, la franja de cielo que representa tiene mucho protagonismo.
Se trata de un cielo con muchas nubes, las cuales parecen moverse ante nuestros propios ojos. Son manchas de colores que realizaba usando la espátula en amplios trazos de forma que extendía el azul del cielo y lo mezclaba con otros colores como el blanco, el ocre, azules y grises varios. Siempre dándole formas muy sugestivas, de hecho, pintó en varias ocasiones la Bahía de Weymouth, con encuadres idénticos a este, pero variando el cielo y por lo tanto la iluminación del paraje. Lo cual le servía para crear efectos y transmitir su estado de ánimos, algo que evidentemente es muy propio del Romanticismo. Si bien, en el caso de John Constable no llegó a los efectos tan marcados de otros artistas como Friedrich.