El barco de esclavos de Turner
William Turner pintó en innumerables ocasiones catástrofes y situaciones meteorológicas peligrosas. Buen ejemplo de ello es Tormenta de nieve, o su cuadro Incendio del Parlamento de Londres. Una obra de la que se cuenta que cuando aquel edificio comenzó a sacar sus llamas, Turner no tardó en salir a la calle con sus acuarelas para pintar una escena tan caótica.
En realidad, no es que le atrajeran por afán morboso los desastres o los dramas, lo que le motivaba era la captación de ese tipo de luces y de atmósferas, ya que sin duda ciertas situaciones hacían que esos fenómenos fuera mucho más espectaculares. De hecho, incluso en su época se le acusó de dramatizar en exceso. Pero eso no evitó que él siguiera planteando imágenes cargadas de turbulencias, que en muchas ocasiones trasmitían auténtica furia. Algo que conseguía a veces con el simple motivo de plasmar una puesta de sol o una fuerte marejada. Y otras llevaba aparejado un trasfondo temático.
Ese es el caso de su tela el Barco de esclavos que pintó en 1840. Un cuadro cuyo título ya nos habla de su tema, si bien ya hacía seis que años que los británicos habían abolido la esclavitud en sus colonias de ultramar.
Se trata de un cuadro bello por su colorido, y sin duda parece atraernos a su interior. Aunque en realidad veamos un barco que parece correr un grave peligro por el temporal. Es una escena con un cielo muy atractivo que baña de luz un mar embravecido. Y es cuando nos fijamos en la superficie marina cuando vemos el drama del cuadro: hay cuerpos flotando y hundiéndose en él.
Son los cuerpos de los esclavos que el capitán del buque ha ordenado tirar por la borda para intentar salir de la tormenta. De este modo, lo que nos parecía un cielo hermoso, ahora se convierte en una atmósfera de terror, como si el cielo se incendiara por la furia que ha despertado semejante barbaridad.
Obviamente, Turner no había presenciado tal escena, pero sí que había una noticia en la prensa de la época que contaba como un negrero, o traficante de esclavos, había tirado al mar a aquellos hombres que estaban enfermos, ya que si se morían por enfermedad no iba a cobrar el seguro, y en cambio si se le caían por la borda, sí. Es decir, un hecho espeluznante que fue el que inspiró a Turner.
Este cuadro fue comprado por John Ruskin, uno de los críticos de arte que primero comenzó a alabar al pintor y al conjunto de su obra. Y se cuenta que lo mantuvo colgado en el salón de su vivienda, hasta que un día de tanto contemplarlo, ya no puedo aguantar más el horror que transmitía. De manera que lo descolgó de la pared para siempre. De hecho hoy en día se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Boston.