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La Abadía de Tintern de Turner

Publicado por A. Cerra

La Abadía de Tintern de Turner

El género paisajista británico optó por un tipo de escenarios distintos a otros lugares de Europa. Mientras que artistas de otros orígenes optaban por paisajes sublimes dominados por montañas o parajes dominados por la idea de la belleza dominados por preciosos lagos, en las islas británicas no abundaban este tipo de rincones. Por eso crearon un nuevo subgénero del paisaje dominado por lo pintoresco.

Tanto pintores como escritores del Reino Unido se lanzaron a descubrir por Gales, Escocia o el área inglesa de Lakeland sus espacios más recónditos y agrestes. Lugares evocadores, dominados por vegetaciones enmarañadas y donde no faltan los edificios en ruinas del pasado medieval. La literatura de autores como William Wordsworth le dedicó muchas líneas a este tipo de lugares y también fascinaron desde joven a un genio de la pintura como William Turner.

No es casual que tanto Wordsworth como Turner se fijaran en las ruinas de la abadía cisterciense de Tintern a orillas del río Way para algunas de sus composiciones. De hecho, un jovencísimo Joseph Mallord William Turner de solo 17 años ya llegó este lugar entre Gales e Inglaterra para pintar su primer esbozo. Era el año 1792. A partir de eso la representó en diversas ocasiones, como en esta vista de La Abadía de Tintern de 1794.

Pero como es habitual en toda la trayectoria de Turner, él jamás se preocupó de hacer una réplica topográfica de los lugares que plasmaba en sus acuarelas y en sus lienzos. Sus cuadros siempre se impregnan de su mirada y su sensibilidad, que en este caso busca potenciar todos los valores de lo pintoresco. En este caso viendo mostrando como la naturaleza se ha ido adueñando de esa hermosa estructura medieval que ya solo es la osamenta de la antigua abadía.

A un edificio ruinoso consigue darle vida. No solo por todas esas plantas que trepan por las piedras, sino también por la composición elegida. Es de lo más dinámica gracias a enfatizar las curvas de los arcos y las direcciones de naves y capillas que lanzan la vista en distintos ángulos. A un lugar muerto desde hace siglos es capaz de insuflarle energía. Desde luego es la visión de un artista embebido del espíritu del Romanticismo, capaz de volcar todas sus sensaciones en un paisaje.

Eso lo hacía ya en su juventud, pero con el paso de los años, tal capacidad se fue multiplicando. Al mismo tiempo que crecía técnicamente y abordaba nuevos temas. Hasta llegar a ser el pintor romántico de Gran Bretaña por antonomasia. Y uno de los artistas más innovadores de todos los tiempos, ya que no se preocupaba tanto por representar sitios o acontecimientos concretos como buscaba representar la luz, la niebla o los más variados efectos atmosféricos y lumínicos, para lo cual creó imágenes que parecen un avance del Impresionismo e incluso del arte abstracto que llegará muchas décadas más tarde. Esos fueron los objetos de atención en sus obras de madurez, algunas tan carismáticas como Lluvia, vapor y velocidad.