Magestá de Siena, Duccio
La Magestá de la catedral de Siena también conocida como La Pala di Duccio es una de las obras más destacadas del pintor italiano Duccio di Bouninsegna. La pieza representa una de las obras claves del trecento italiano y, si en general aún se pueden apreciar las formas más anquilosadas de la pintura tradicional, el autor irá paulatinamente incorporando la innovación hasta llegar a ser uno de los primeros ejemplos de la pintura del trecento en la escuela de Siena.
Duccio di Bouninsegna (1260 – 1318/1319) fue uno de los artistas más destacados del siglo XIV. En realidad no son muchos los datos que conocemos acerca de la vida del artista pero parece ser que pasó casi toda su vida en Siena donde desarrolló su actividad artística en el campo de la pintura.
La Magestá de la Catedral de Siena fue realidad entre 1308 y 1311. Se trata de una pieza de gran tamaño – posee más de cuatro metros de anchura y casi dos metros y medio de altura- y está realizada en óleo sobre tabla. Desde el taller del artista fue traslada en procesión hasta la capilla mayor de la catedral donde actuó como altar mayor hasta principios del siglo XVI. Een origen la pieza estaba decorada por el anverso y el reverso –algo poco habitual en este tipo de obras- pero a finales del S.XVII en torno a 1795 ambas partes fueron separadas y algunas de las tablas se perdieron.
Las tablas del anverso, las dedicada a la Virgen, son las más conocidas y destacadas. María aparece sedente en un trono; es el centro de la composición y aparece sedente portando en sus brazos al Niño Jesús. La representación de la Virgen como theotokopos –trono de Jesucristo- es una antigua representación, un tema típico del románico que se remonta a los inicios de la primitiva pintura bizantina. En esta ocasión el artista ha representado a la Virgen, no sólo como un soporte de su hijo sino como una auténtica madre; María le presta a su Hijo un verdadero gesto de cariño acercando su cabeza a la de su hijo, un niño demasiado grande cuya musculatura aparece fuertemente marcada y que se encuentra ataviado con un paño de pureza. El trono de la Virgen se configura a través de diversas arquitecturas, en la base aparece una labrada inscripción que hace referencia al autor de la pieza y a la consagración de ésta a la ciudad; mientras que en el fondo se continúa tratando con el típico dorado sobre el que se recortan las figuras. Alrededor de los protagonistas se dispone una amplia corte arrodillada formada por ángeles y santos. En la predela el artista ha mostrado mayor libertad plástica que en el resto del retablo.
En la zona posterior de la tabla Duccio ha optado por representar escenas de la Pasión de Jesucristo; la tabla se divide en tres calles de las cuales en la tabla central se ha representado la entrada de Jesús en Jerusalén y se remata con una crucifixión.