Meleagro y Atalanta, Jordaens
Durante la época barroca la pintura española vivió uno de sus momentos de mayor esplendor, la hegemonía de los Austria tocaría pronto a su fin sin embargo, la precaria situación financiera y social no se dejaba ver en el mundo del arte donde las producciones de la Península eran alabadas por toda Europa. En este contexto parece curioso señalar como los cuadros de temática religiosa pocas veces eran encargados a pintores locales, más bien su producción se centraba, casi siempre, en artistas extranjeros como en el caso que aquí analizamos.
Este lienzo lleva por título Meleandro y Atalanta y fue representado por el artista Jacob Jordaens entre los años 1640 y 1650. En realidad, la primera vez que tenemos constancia de esta pieza es como parte de la colección de Isabel de Farnesio; entonces, se pensaba que el óleo era una representación de Venus y Adonis realizada por Rubens para decorar el Palacio de la Granja. Posteriormente el lienzo permaneció en el Palacio de Aranjuez hasta que ya en el siglo XX entró a formar parte de la colección del Museo del Prado de Madrid donde se exhibe en la actualidad.
En realidad, no es extraño que el lienzo se considerase como una obra de Rubens ya que Jordaens realizó la composición en dos tiempos distintos: en un primer momento, cuando su pintura estaba muy influenciada por Rubens, pintó la parte de la derecha con figuras muy del gusto del pintor flamenco y años después, colocó un añadido en la tela a la izquierda para hacer mayor la composición.
Nos encontramos ante una escena mitológica esta vez extraída de Las Metamorfosis de Pluvio Ovidio, en ella se narra como la diosa Diana había enviado un jabalí que estaba destrozando la región de Calidonia. El hijo del monarca, Meleagro, convocó a los mejores cazadores para acabar con la bestia y a la llamada acudió Atalanta, una experimentada cazadora. Ella fue la primera en herir al animal y así Meleagro pudo acabar con él. Como recompensa el príncipe le concedió la cabeza del jabalí levantando la envidia de los demás cazadores, que al querer arrebatarle el trofeo a Atalanta desencadenarían una lucha.
Jordaens ha escogido el momento álgido de la escena, cuando uno de los cazadores le quita a Atalanta la cabeza y Meleagro se levanta para defender a la joven mientras ella intenta tranquilizarlo sujetándole por el brazo.
El pintor sitúa a los personajes en un primer plano, tan cercano al espectador que parece que éste esté embutido en la inminente contienda. La luz de corte tenebrista incide en los protagonistas de la escena para dejar otras zonas en penumbra.