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La caída de los gigantes, Jordaens

Publicado por Laura Prieto Fernández

El pequeño pabellón de caza de Felipe IV situado a las afueras de Madrid, muy cerca del Palacio del Pardo, y que el monarca bautizó como Torre de la Parada fue, sin lugar a dudas, uno de los principales proyectos decorativos del barroco europeo. Para decorar las salas del pequeño pabellón, el monarca encargó más ciento veinte lienzos a algunos de los artistas más destacados del momento, tanto españoles como internacionales.

Precisamente el pintor flamenco Pedro Pablo Rubens se había convertido en uno de los favoritos del rey y fue a él a quien encargó un buen número de estas pinturas; tanto fue así que el pintor no pudo llevar a cabo tal encargo él solo ni con la ayuda de su taller por lo que optó por relegar el encargo a algunos pintores de su confianza como por ejemplo Jacob Jordaens.

La obra que aquí analizamos se trata de un óleo sobre lienzo que lleva por título La caída de los gigantes, data de entre 1636 y 1637 y estamos hablando de un lienzo de grandes dimensiones y formato horizontal que mide unos doscientos ochenta y cinco centímetros de anchura y algo más de ciento setenta de altura. En realidad, no deberíamos hablar de una autoría de Rubens o de Jordaens sino más bien, de una colaboración entre ambos; Rubens fue quien diseñó el boceto y la composición de la obra por lo que la libertad creativa de Jordaens quedó muy cohibida. Durante mucho tiempo se dudó acerca de si la obra pertenecía a uno u otro autor.

Temáticamente nos encontramos ante un episodio mitológico que Ovidio narra en su obra de las Metamorfosis, gigantes estaban confinados a vivir bajo tierra y aspiraban a poseer el reino de los dioses en el cielo. Un día decidieron revelarse contra su destino y comenzaron a amontonar piedras con el fin de llegar al Olimpo y destronar a los dioses. Zeus, padre de los dioses, lanzó un rayo contra las montañas de piedras de los gigantes que acabaron por derrumbarse y aplastar a los insurrectos. La sangre de los gigantes bañó la tierra de los hombres.

En lo que se refiere a la composición nos encontramos ante una obra muy barroca, el artista ha elegido el momento de máxima tensión para ser representado y en él las figuras se doblan y retuercen en posturas y escorzos imposibles marcando la musculatura de los personajes y remitiéndonos a algunas obras renacentistas de Miguel Ángel.