París desde la ventana de Chagall
Este óleo lo pintó en 1913 el pintor ruso Marc Chagall, durante su primera y más inspiradora estancia en París. Hoy en día la obra se guarda en el Guggenheim Museum de Nueva York, y podemos considerarlo como uno de los lienzos más representativos del personalísimo estilo de este artista y también como una magnífica muestra de su peculiar personalidad.
La obra reúne al mismo tiempo todos los ingredientes de su pintura, el cual bebe de las más diversas vanguardias artísticas del momento. Por un lado, el fuerte colorido que emplea es deudor del Fauvismo. Mientras que las predominantes formas geométricas que organizan el conjunto y cada uno de los elementos son de inspiración cubista. A la vez que la desbordante imaginación que plasma con sus imágenes bien podría relacionarse con el Surrealismo.
Estas y otras corrientes artísticas estaban plena efervescencia en aquellos años en París, y Chagall se relacionaba con creadores pertenecientes a todas ellas. Sin embargo, su estilo es de algún modo inclasificable y posee sus propios códigos lingüísticos y temáticos.
Como ocurre en tantas otras obras de Chagall, son escenas abiertas a la interpretación del espectador. Por ejemplo, aquí se interpreta como un canto a la capital gala, que tan bien le acogió y que tanta creatividad desbordaba en los primeros años del siglo XX. Una ciudad que evidentemente está representada por su símbolo arquitectónico más icónico, la Torre Eiffel.
Y a partir de ahí hay un buen número de símbolos muy personales. Comenzando por este rostro doble, que mira en dos direcciones, y que incluso está pintado en dos gamas de colores distintos, ambas igualmente de antinaturales. Muchos estudiosos piensan que es una representación del propio pintor, quien mira fascinado hacia esa Francia moderna y luminosa donde vive, pero que al mismo tiempo mira atrás, a su Rusia atrasada y pobre de la que ha huido. Un personaje que incluso tiene el corazón fuera del cuerpo y lo lleva en una mano.
Pero hay más enigmas en el cuadro. Por ejemplo, un gato con rostro humano que parece asomarse al alfeizar de la ventana para contemplar la ciudad o para ver como desciende del cielo un pequeño paracaidista.
Otra imagen de extraño significado es ese tren que circula al revés, o la pareja de hombre y mujer que flotan cabeza con cabeza en posición horizontal sobre las aguas del Sena. En definitiva, que Chagall se asoma a la ventana y nos muestra su mundo, exterior, pero también interior, y este no siempre lo sabemos comprender.