Retrato de Ginevra de Benci, Leonardo da Vinci
El alto contenido intelectual de la pintura renacentista hace que en numerosas ocasiones los artistas hayan dotado a sus lienzos de contenidos ocultos a través de alegorías o detalles que para el ojo inexperto puedan pasar desapercibidos, no obstante si algún artista renacentista ha llamado la atención del gran público y de los expertos por el intrincado programa iconográfico de sus lienzos ha sido Leonardo da Vinci. A menudo la obra de Leonardo parece sencilla de descifrar, los temas en sí mismos no resultan demasiado difíciles de identificar y los elementos de sus cuadros son a priori sencillos, no obstante un estudio más pormenorizado de cualquiera de sus lienzos deja el rastro de símbolos icónicos que nos trasmiten un significado mucho más profundo.
Leonardo da Vinci (1452 – 1519) es uno de los artistas más destacados del Renacimiento en todo el mundo. Figura destacada del humanismo Leonardo es el prototipo de hombre polivalente que no sólo cosechó el campo de la pintura o la arquitectura sino que también fue un destacado ingeniero, urbanista e incluso poeta. Ya en vida el artista gozó de gran fama tanto en Italia como en Europa, trabajando para algunas de las personalidades políticas más destacadas de su tiempo.
En esta ocasión nos encontramos ante el retrato de una joven dama que se ha identificado con Ginevra de Benci, se trata de un lienzo de formato casi cuadrangular con unas medidas de treinta y ocho centímetros de anchura y poco más de treinta y siete de altura pero que se considera que en origen debió ser más grande y posteriormente –sin motivo aparente- debió ser recortado. La obra que en la actualidad se expone en la Galería Nacional de Arte en Washington, EEUU, fue pintada en la década de los setenta en torno al año 1474 o 1476.
Según algunas hipótesis la joven Ginevra era una dama destacada del Renacimiento italiano que acostumbraba a manejarse entre los círculos eruditos y las tertulias intelectuales, sin embargo la dama fue casada por orden de su padre con un próspero comerciante mucho mayor que ella. El retrato realizado por Leonardo podría representar a la joven dama antes de su boda y tras ella el árbol del enebro que alude a su nombre.
Sin embargo han surgido otras interpretaciones más profundas respecto a este retrato. Algunos autores sostienen que la obra que aquí nos ocupa fue encargada por el diplomático Bernardo Bembo, con quién Ginevra mantuvo una relación platónica debido a que su amor estaba prohibido. Los amantes nunca llegarían a abandonarse al amor pero sí que es cierto que continuamente se dedicaban poemas y pasaban juntos mucho tiempo. Quizás en este sentido se pueda entender por qué en el reverso del lienzo aparecen algunos de los elementos del escudo de armas de Bembo, el laurel y la palma. Ambos están adornados por una filigrana en la que se puede leer: La belleza adorna la virtud, una alusión a la relación platónica de los amantes. Por otro lado, estudios con rayos infrarrojos han detectado que bajo la representación de Ginevra Leonardo había representado las palabras Honor y Virtud, que también aparecían en el emblema personal de Bembo.