Salvator Mundi, Leonardo da Vinci
Son escasas las obras de arte firmadas por los pinceles de Leonardo da Vinci que permanecen en el anonimato, Salvator Mundi era una de esas pocas piezas que el gran público no termina de asociar a la figura de Leonardo o al menos, no lo hacía hasta ahora ya que esta semana la pintura ha saltado en los medios de comunicación porque se ha convertido en el lienzo mejor pagado de la historia destronando a Picasso o a Gauguin.
Nos encontramos ante un óleo sobre madera de nogal con formato vertical que tan solo mide unos cuarenta y cinco centímetros de anchura y sesenta y cinco de altura. La obra debió de ser pintada en torno a los años 1506 y 1513 por lo que pertenecería a la misma época que la Mona Lisa. Leonardo pintó la obra para el monarca Luis XII de Francia y en ella representa la figura de Jesucristo como salvador y redentor del mundo; su significado está íntimamente relacionado con aquellas representaciones del Pantocrátor medieval, como un dios todo poderoso que está por encima del tiempo o el espacio. De esta manera vemos como en su mano derecha aparece una pequeña esfera con la representación de la bóveda celeste, todo lo conocido por el hombre. Por su parte, la mano izquierda se ha representado bendiciendo y colocada en un llamativo escorzo que parece tan realista como difícil de pintar.
Al fijarnos en el rostro se puede apreciar las facciones anodinas tan típicas de Leonardo, sin embargo, el realismo de la figura deja bastante que desear, en el cuello la intersección de la cabeza con el tronco no resulta del todo realista y si algo sabemos de Leonardo, es que además de ser un genio del dibujo, el artista estudiaba minuciosamente la anatomía del cuerpo humano para recrearlo en sus lienzos.
Quizás por ello durante mucho tiempo se especuló si la obra era realmente de Leonardo o en cambio salió de los pinceles de alguno de sus ayudantes quienes trataban de imitar el estilo del humanista. A día de hoy los expertos parecen estar de acuerdo en que el lienzo es de Leonardo y esos pequeños detalles que no terminan de encajar en su producción son fruto de desafortunadas restauraciones llevadas a cabo a lo largo de los siglos.