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Tiziano (II)

Publicado por Chus

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Tiziano desarrolla el tema de la “Venus dormida” que había planteado Giorgione, a lo largo de su carrera. Así vemos en la “Venus de Urbino” de 1538 (en la Galería Uffizi, Florencia) que plantea un original juego a base de planos, con lo que acentúa la profundidad al romper la habitación en dos espacios gracias a la cortina que encuadra a Venus y abre la perspectiva a la derecha de la composición. Las dos mujeres del fondo permanecen alejadas y ajenas a la escena principal, lo que es una muestra de ambigüedad. Venus es sensual, casi erótica, lo que lo logra mediante texturas cálidas de colores pastosos que contrastan fuertemente con el cortinaje que tiene una mezcla de colores fríos (azul) y cálidos (rojo). Se muestra de nuevo como un maestro a la hora de conseguir captar las carnaciones y las calidades de los tejidos. Años más tarde en la “Danae” (Pintada hacia 1550) del Museo del Prado, retoma el tema, pero aquí podemos observar la evolución que ha sufrido su pintura, ya que la figura se funde con el ambiente, lo que consigue al soltar la pincelada, haciéndola más vaporosa, con lo que la luz se diluye por la escena.

Ya desde los inicios de su carrera se mostró como un excelente retratista en la obra conocida como “Retrato de Ariosto” de 1510 (en la actualidad en la Nacional Gallery de Londres), ya que no se sabe con certeza quien es el que está representado en él. Cuando pintó este cuadro contaba con veinte años, ya había pasado por el taller de Bellini y había trabajado con Giorgione. Con esta obra inicia una auténtica escuela de retratistas que se desarrolló en Venecia, con artistas como Lorenzo Lotto, Tintoretto y el Veronés. Posteriormente, a partir de ellos Rubens y Van Dyck desarrollarían el género, creando, junto a Velázquez el gran retrato barroco del siglo XVII. El hombre dibuja una silueta piramidal y se representa con una libertad nueva y desconocida para las generaciones anteriores de pintores venecianos. Todos los destalles muestran un decidido enfoque, como podemos observar en el enérgico trazo horizontal del alféizar de la ventana (donde están grabadas las iniciales del pintor, T. V.). Se muestra como un auténtico virtuoso en el manejo del color, como podemos ver en la manga azul que desciende sobre el antepecho y su color se repite en el espacio azul que está detrás del personaje, además el fuerte contraste de luz en la cara y el escote se oponen al marco oscuro formado por la barba y el cabello, aunque su inventiva en esta campo se manifiesta en todo su esplendor desplegando una auténtica exhibición cromática, en la manga azul tornasolada con blancos, grises y púrpuras, con trazos rosas, rojos y malvas.

En el año 1562, pintó su autorretrato, hoy en el Museo de Berlín, identificado por Vasari como el que tenía el pintor en su casa. En ese momento el pintor cuenta con setenta y dos años y se representa sentado ante una mesa, mirando más allá de la misma. Los colores son rojos y naranjas ardientes. La intensidad de sus ojos, el rojo encendido de sus labios contrastados con el rojo coral de la cadena que lleva al cuello, delatan al experto colorista que fue el maestro veneciano. Manos y cara no están pintadas con colores naturales, sino con tonos que armonizan con el brillo anaranjado que domina en las mangas, la camisa y el fondo. Las pinceladas son enérgicas, sin suavizar, de manera que pueden distinguirse unas de otras. Las sombras se intensifican junto a la cara, en verde, gris y negro, de forma tan acusada que rebajan el tono rojo inflamado. Las salpicaduras de color blanco puro añaden un toque brillante a la composición. Según los discípulos del maestro esos toques de blanco se aplicaban en espesas capas con el filo de la paleta y se aplastaba después con el dedo pulgar. De todas maneras se trata de una composición un tanto sombría, casi monocroma pese a su diversidad de tonos, lo que nos habla de la maestría como colorista de su autor que, pese a ser anciano y tener la vista debilitada, consigue plasmar una serie de matices cromáticos que dotan al lienzo de gran calidez.