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Museo Guggenheim Bilbao

Publicado por Virginia

El Guggenheim Bilbao en construcción © Diego SanzEs tanto lo que se ha dicho de este edificio que es difícil aportar algo nuevo, sin embargo sí es posible realizar un mínimo estudio de los factores desencadenantes de esta actitud, así como el resultado de esta «apuesta» de las autoridades políticas vascas.

Entre los diversos motivos que se han expuesto para argumentar la creación del museo el considerado principal radica en la idea del museo como un símbolo. Un símbolo de cambio, de la capacidad de resurgimiento del pueblo vasco, de su adaptación a la modernidad. 

Sin embargo, la historia es un poco más compleja y larga hasta llegar al alzamiento del Guggenheim como un icono mediático en la ciudad de Bilbao. Lo cierto es que el museo vasco es una sucursal más de la Fundación Guggenheim, museo dirigido por un historiador y, principalmente, un economista (Krens), el cual llevaba planteándose desde hacía tiempo el funcionamiento de los museos como una empresa global.

Dos son las causas principales a añadir a esta idea para que el resultado acabe siendo el Guggenheim Bilbao: el museo neoyorquino necesitaba dinero porque acababa de abrir una nueva sede en el barrio chino y había contraído una fuerte deuda, junto a esto la idea de la apertura de una nueva sede del Guggenheim en Europa se venía barajando desde hacía tiempo.

En un principio las conversaciones tendrán lugar en Salzsburgo, Venecia y Madrid, iniciándose el diálogo con Bilbao a la par que con la capital española tampoco se llegaba a un acuerdo. Y es que ninguna de estas ciudades reunía las necesidades que habían situado a la ciudad vasca en un momento crítico en el que esta oferta suponía una puerta al desarrollo: es el inicio de la década de los 90 y la visión del País Vasco en el extranjero está condicionada por las acciones terroristas que se mediatizan, además la ciudad necesita renovar su tejido urbanístico y económico (algo que se propone desde la cultura puesto que desde la industria había fracasado). Hay incluso quien ha señalado que los vascos no deseaban verse excluidos de lo que se ha denominado los «fastos del 92» y decidirán crear y festejar los suyos propios.

El caso es que la propuesta no va a tardar en ser aceptada por el gobierno vasco, el cual ve la posibilidad de una renovación de la ciudad por medio de este museo. La idea era mejorar la imagen de la ciudad, dinamizarla y esto es algo que se ha conseguido por completo, sin lugar a dudas.

Para la construcción del edificio, se organizó un pequeño concurso internacional que apenas duró quince días, alzándose con la victoria Frank O. Gehry (al parecer, desde el principio Krens deseaba que fuera él quien construyera el edificio).

El edificio, inaugurado en el 97, está situado en una de las zonas antiguamente más deprimidas de la ciudad, junto a la ría del Nervión. Construido en Titanio, se usó para su realización un programa arquitectónico de una alta tecnología (empleado en la NASA), motivo por el cual el edificio es tan perfecto.

Lo cierto es que el museo se integra perfectamente en el contexto en el cual se inserta: los tonos, los colores, reflejan el tono de la ciudad y concuerdan con la ría vecina. Además, parece un barco varado, por continuar con la similitud (aunque en la vista aérea adquiere forma de flor).

Es una excepcional muestra de talento, se mire como se mire, e incluso sus detractores han de poder admitir la grandeza del edificio, que ha pasado a convertirse en un hito más de la arquitectura del s.XX.

Entre éstos, sin embargo, existen quienes cuestionaron su construcción aduciendo su carácter de gran escultura, la no existencia de una colección vertebrada y la poca funcionalidad del interior como museo.

En lo que respecta a la colección es cierto que la lista de obras está concertada con el Guggenheim Nueva York (no hay que olvidar su peculiaridad como sucursal) aunque en el momento de la creación del museo vasco se acordó la presencia de artistas españoles y una dotación para ir adquiriendo obras de autores contemporáneos del país (hubo problemas con esto puesto que Krens, en un principio, no estaba de acuerdo).

Con respecto al problema que puede suponer que la arquitectura adquiera tanto valor por sí misma que el contenido del museo y su labor como tal pierdan importancia, tan sólo es posible decir a su favor que este mismo hecho es el que ha logrado la inclusión de la ciudad de Bilbao en los circuitos artísticos mundiales, algo que de no haber sido por el museo difícilmente hubiera tenido lugar.