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La degollación del Bautista de Caravaggio

Publicado por A. Cerra

La degollación de San Juan Bautista

Se trata de un lienzo pintado al óleo en 1607 y conservado en la Co-Catedral de San Juan de La Valletta, en Malta.

El tema elegido por Caravaggio para esta pintura es muy habitual en su época y durante toda la pintura barroca, y más en concreto el momento preciso elegido para esta tela, ya que nos plantea la imagen del instante en el que se remata a san Juan Bautista.

El santo ya está muerto en el suelo, y el verdugo se dispone a agarrarle de los pelos para clavarle otra vez el puñal. Mientras Salomé lo está mirando con atención, una vieja mira la escena horrorizada y un carcelero, vestido de turco, señala la atroz matanza.

La característica más conocida de Caravaggio es su empleo de la luz, o más bien, de la oscuridad, ya que aquí elimina cualquier elemento que proporcione luz artificial y con ello genera una composición bastante sobria.

Toda la escena principal aparece en primer plano y ocupando la mitad izquierda de la tela, mientras que la zona derecha está ocupada por una gran ventana en la que se asoman dos presos a ver el asesinato.

Esta obra hoy en día es una de las grandísimas joyas de patrimonio histórico y artístico maltés. La razón de porque esta obra se salvaguarda en Malta es que el año anterior a la realización del cuadro, el artista había matado a un hombre en Roma, y tras irse a Nápoles huyendo de la justicia, llegó a La Valletta, posiblemente requerido por la prestigiosa Orden de los Caballeros de Malta, donde se le dio incluso el título de caballero, y parece ser que en señal de gratitud les hizo esta obra a modo de ofrenda. Esta, junto a un cuadro de San Jerónimo, son las dos únicas obras que pintó en Malta, y ambas son las protagonistas absolutas del museo de la Co-Catedral de San Juan.

Sin embargo, Caravaggio, cuyo nombre real fue Michelangelo Merisi era un personaje pendenciero y con varios episodios criminales a lo largo de su vida. Y no tardó mucho en mostrar su agresivo carácter en la isla, y al final la misma Orden de Malta que lo atrajo a sus dominios lo acabó calificando como un ser “pútrido y fétido” y lo encerró en una celda del Fort Sant’Angelo. De ahí, se fugó y huyó a la ciudad de Siracusa y después a Mesina y Palermo, las tres en la isla de Sicilia, para más tarde pasar a la península italiana.

No acabaron aquí sus correrías y el enfrentamiento con los Caballeros de Malta, ya en 1609 estando de nuevo en Nápoles fue atacado y herido en una reyerta con dos miembros de la Orden, que posiblemente le habían seguido tras huir de la isla. Afortunadamente para él, durante su convalecencia en la ciudad napolitana se estaba gestionando su indulto por delitos anteriores en Roma. No obstante, ya indultado fue encarcelado por error durante unos días.

Aunque no tardó en conseguir la libertad, lo cierto es que su suerte ya estaba echada, porque le habían robado todo, y su vida repleta de arte y de delitos estaba a punto de extinguirse, porque al poco tiempo, siendo julio de 1610, abatido y desesperado acabó muriendo.