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Abadía de Monte Saint Michele

Publicado por Laura Prieto Fernández

Francia es uno de los países que cuenta con mayor número de construcciones medievales ya sean de estilo románico o gótico, en su patrimonio encontramos un sinfín de templos cada cual más espectacular y en parte esto se debe al gran desarrollo que vivieron las abadías en el país francés con las órdenes religiosas militares como templarios o cátaros, pero si tuviéramos que elegir una abadía de todo el territorio franco, esta sería sin lugar a dudas la Abadía de Monte de San Miguel o Saint Michele que aquí analizamos y que ha sido declarada Monumento histórico Nacional desde el año 1862 y forma parte, desde 1979, de la lista de Patrimonio de la Humanidad redactada por la Unesco.

En realidad, no es para menos, pues nos encontramos ante una construcción que no sólo cuenta con un gran valor histórico artístico sino que además, es un enclave natural de gran belleza que potencia aún más la majestuosidad de edificio. Situado en la región de la baja Normandía su origen se remonta al siglo IV cuando el cristianismo llegó a la región y en el mismo lugar que hoy ocupa el templo, se albergaban algunos refugios para los eremitas que buscaban la tranquilidad. El origen de la construcción como tal se dilata unos siglos después, hasta el siglo VIII, cuando el Obispo Auberto de Avranches decide construir un oratorio al arcángel San Miguel quien, en teoría, se le había aparecido un ar de años antes para encomendarle dicha misión.

Saint Michele no se trata de una sola construcción homogénea, sino que debemos pensar en un conjunto de construcciones que van desde la época carolingia a la gótica y en la que los distintos espacios se iban añadiendo a raíz de las necesidades surgidas. La primera iglesia de estilo prerrománico pronto se quedó pequeña para albergar al creciente número de peregrino que acudía a la abadía y se levantó un nuevo templo con tres criptas diferentes en el lugar donde se habían situado las habitaciones de los monjes, que se desplazaron al norte.

La Marvelle es el nombre con el que se conoce a la zona de residencia de los monjes que se divide en un sector oriental un poco más antiguo en el que se encuentra la capellanía, el refectorio y la sala des Hotes y un sector occidental, construido siete años después, con la bodega, el claustro y la Sala de los Caballeros.