Arquitectura bizantina
El Imperio bizantino nace en el 395 cuando el emperador Teodosio dividió el imperio romano entre sus hijos, Arcadio (imperio de Oriente) y Honorio (imperio de Occidente). Cuando el Imperio Romano de Occidente desaparece en el siglo V, el Imperio Bizantino será su continuador en el Mediterráneo oriental durante toda la Edad Media hasta 1453, fecha en la que desapareció cuando los turcos tomaron Constantinopla.
El arte bizantino al desarrollarse en la parte oriental del imperio, tiene influencias tanto romanas como helenísticas y orientales, y es producto de una sociedad fuertemente teocrática, basada en el cristianismo ortodoxo. El edificio característico es la iglesia.
Una de las principales características de su arquitectura fue la utilización de la bóveda y cúpula de herencia romana, pero con adelantos técnicos que las mejoraron: construyen sin cimbras, emplean piedras muy ligeras, porosas y elementos de cerámica huecos, con los que forman la red interior de estas construcciones, que después se cubren con materiales de adorno, lo que genera cohesión y levedad; el empuje generado por las cubiertas circulares no se contrarresta con el espesor de los muros, como en el Panteón de Roma, sino que utilizan un sistema basado en que una gran cúpula se contrarresta con otras más pequeñas, y así sucesivamente, llevando las presiones progresivamente a los contrafuertes al muro exterior.
También aparece una nueva noción del espacio. Mientras que en Roma prevalece el orden, la división y el estatismo, en Bizancio se valora el espacio continuo, que sugiere un efecto de infinitud, en clara relación con la divinidad.
El templo bizantino tiene diferentes funciones, significados y simbolismos, ya que es tanto un lugar para la reunión de los fieles, como el sitio donde se palpa la presencia de la Divinidad y a la vez se exalta al Emperador y a la Iglesia. Su carácter trascendente y simbólico comienza con la orientación de las cabeceras hacia el este; la rígida estratificación de la sociedad bizantina se manifiesta claramente en la jerarquización de la utilización del espacio, con lugares reservados según la dignidad y el cargo; está presente también el simbolismo de las formas geométricas y del número, así por ejemplo la forma circular de la cúpula, hace referencia a Dios, la Eternidad, las dos torres, aluden a la doble naturaleza de Cristo, las tres naves a la Trinidad, etc.
Las plantas más utilizadas en la arquitectura bizantina son aquellas que tienden al plan central y suelen cubrirse con cúpula (imagen del cosmos, regido por Dios), levantadas sobre pechinas (triángulos curvilíneos que permiten el paso de una planta cuadrada a la circular), con el sistema constructivo descrito arriba. Con el sistema de contrarresto usado, muchos de los muros son de relleno, sin función estructural, por lo que se horadan de ventanas, que dotan de iluminación al edificio, y los que quedan se recubren de mosaicos y/o pinturas. El arco es el de medio punto y el capitel característico tiene una forma troncopiramidal invertida y a veces se superponen dos.
Aunque hay numerosos ejemplos, las dos joyas del estilo son “Santa Sofía de Constantinopla” y “San Vital de Rávena”.