Arquitectura Paleocristiana. Baptisterios, mausoleos y martyria.
El baptisterio es el edificio en el que los catecúmenos se bautizaban. Solían ser edificios exentos, aislados, aunque cercanos a las basílicas. Utilizan el plan central, bien circular, bien poligonal, normalmente el octógono (por la idea de resurrección), y la cubierta solía ser una cúpula. En el centro se sitúa una cisterna de gran tamaño para proceder al bautismo por inmersión y se encuentra ornamentada con mosaicos y pinturas. Igual que la basílica paleocristiana se basó en la adopción de una tipología preexistente (la romana), pero cambiándole totalmente la función y simbolismo, los baptisterios se inspiran en los balnearios romanos, con lo que en parte mantienen la anterior función, pero le cambian completamente el sentido. Uno de los más importantes es el Baptisterio de San Juan de Letrán, de planta octogonal, con columnata y deambulatorio, para poder acomodar mejor a los fieles.
Otro tipo de construcción paleocristiana son los mausoleos (monumentos funerarios) y los martyria, (pequeña iglesia-sepulcro erigida en honor de un mártir). En ambos el cuerpo se encerraba en una cripta bajo el altar, y se prefería como modelo espacial el plan central, tanto circular, como en el Mausoleo de Santa Constanza, como de cruz griega en el Mausoleo de Gala Placidia en Roma. De todas formas es de destacar el Templo del Santo Sepulcro de Jerusalén, en el que se funden martyrium y basílica. En el sitio del sepelio de Cristo, se levanta un templo circular (la forma circular se justifica por ser la más adecuada para la veneración debido a la anastasis), con una corona de columnas. El núcleo es la misma roca perforada en que fue enterrado el cuerpo, y, aunque éste no esté allí, se trata de un martyrium. Está precedido por un atrio en el mismo Gólgota, y alineada por necesidades de culto con la basílica, que también está precedida por otro atrio. Esta asociación de planta circular y poligonal se repite en los templos del Santo Sepulcro en el Románico y, los templarios trasladarán a occidente el tipo circular aquí expuesto.
En Siria se gestan otras importantes aportaciones a la arquitectura occidental. Una de ellas es la aparición de 2 habitaciones que nacen a los lados del presbiterio, el vestuario y el lugar en el que consagrar las ofrendas, de ellas nace la sacristía, y la otra, la aparición de la fachada monumental con puerta central y dos torres a los lados.
Otro interesante aspecto fue la aparición del monacato, que entre otras consecuencias, para la historia del arte, aporta la aparición de un organismo arquitectónico trascendente, el monasterio, que se va a ir gestando a lo largo de los siglos. En un principio, en Egipto aparecen ejemplos de vida eremítica, primero en soledad y luego en pequeñas agrupaciones. El paso decisivo tuvo lugar en el s. IV, en Asia Menor, con San Basilio que establece un monacato abierto, con hospitales y escuelas, que practican tanto la ascesis como la atención al pueblo. Posteriormente San Agustín elaboró una regla monástica en la que se establecen las horas canónicas y el canto coral. Los agustinos se extienden por diversos lugares y, tras la invasión vándala se refugian en Italia, donde San Benito establecerá la regla benedictina, base del monacato occidental.