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Basílica del Santuario de Arantzazu

Publicado por A. Cerra

Fachada del Santuario de Arantzazu

A las afueras de la pequeña localidad de Oñati, en la provincia española de Guipúzcoa, hay un gran edificio rodeado de naturaleza que en sí mismo concentra a muchos de los grandes nombres del arte español de la segunda mitad del pasado siglo XX.

Aquí trabajaron los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga, los escultores Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, o los pintores Lucio Muñoz y Néstor Basterretxea. Es decir, se trata de un gran proyecto que dio como resultado una nueva basílica de Arantzazu.

En realidad, en este mismo lugar ya hubo una basílica anterior, ya que los orígenes del templo se remontan al siglo XV. No obstante, el lugar a lo largo de su historia ha sufrido hasta tres incendios devastadores en diferentes siglos. De manera, la comunidad franciscana que lo ocupa decidió levantar un nuevo edificio en 1950. Y para ello se optó por este proyecto.

En él, la arquitectura de Sáenz de Oiza y Laorga integra la basílica anterior, la cual ocupa la cripta de la nueva y además recibió una nueva decoración pictórica de carácter muy vanguardista.

De hecho, aunque el proyecto a ejecutar había sido elegido mediante un concurso público de los franciscanos, la decoración era demasiado rompedora para la época. Por ello, el propio obispo de San Sebastián hizo que en 1955 se pararán las obras de decoración. Y eso que para entonces el edificio ya se había acabado e incluso se había celebrado misa en él. Sin embargo, el programa artístico con el que se iba a decorar no se veía demasiado afín a los criterios sagrados más tradicionales.

Así que los trabajos estuvieron unos años paralizados, con los cambios que eso siempre suponen. Por ejemplo, Oteiza sustituyó algunos de los elementos que tenía previstos para la fachada. Si bien respeto sus emblemáticos apóstoles, los cuales curiosamente son 14.

Apóstoles de Oteiza en la Basílica de Arantzazu

En esa fachada también lucen las puertas metálicas que realizó Chillida. Mientras que las pinturas del ábside central son de Lucio Muñoz, el cual entró en el proyecto debido al parón de las obras y el fallecimiento del artista que iba a pintar inicialmente esa zona del templo. Y en cuanto a las pinturas de la cripta, esas son obra de Néstor Basterretxea. Una obra ya muy vanguardista de los años 80 en los que impacta la visión de Cristo resucitado.

Todo ello junto a su apariencia externa dominada por sus torres recorridas con la llamada decoración de punta de diamante, hacen que este templo del Santuario de Arantzazu sea un auténtica manifestación de la renovación de la artes, incluso en los recintos religiosos.