Edificio Torres Blancas
El edificio Torres Blancas en ciudad de Madrid, es una de las construcciones arquitectónicas más destacadas de la capital española. Construido en la década de los sesenta este conjunto de viviendas representa uno de los mejores ejemplos de la síntesis entre la arquitectura racionalista y la tendencia organicista en España.
Juan de Huarte, propietario de la constructora Huarte, era una de las personalidades arquitectónicas más destacadas en la España del franquismo; durante los años sesenta y setenta no solo levantó numerosas y emblemáticas edificaciones sino que dio a conocer al mundo entero la cultura vanguardista que durante aquella época se desarrollaba, más bien infiltrada, en España. Fue el propio Huarte el que planteó al arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza la construcción de este singular edificio. Sáenz de Oiza (1918 – 2000) nació en la pequeña localidad de Cáseda en Navarra y se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Viajó a Estados Unidos donde pudo conocer las novedosas tendencias de la arquitectura vanguardista y a su regreso se incorporó como profesor en la mismas Escuela de Arquitectura que con los años pasaría a dirigir. Su obra vanguardista y polémica en partes iguales se ha convertido en seña de identidad para toda una generación de arquitectos.
Si bien el diseño de Torres Blancas pertenece a Oiza en la obra también intervinieron otras grandes figuras de la arquitectura española como Juan Daniel Fullaondo y Rafael Moneo, que en aquel momento formaban parte del equipo del estudio del arquitecto.
En el edificio de Torres Blancas situado en la esquina de la Avenida América, en un solar despejado, nos encontramos con un altísimo edificio de viviendas – esta fue la primera construcción vertical de Oiza- cuya parte superior se expande como si de la copa de un árbol se tratase. En planta la construcción se plantea como la intersección de varios cilindros mientras que en altura se encuentran tres niveles bien diferenciados. La zona inferior está destinada a los aparcamientos soterrados pero cuyos techos se abren con grandes lucernarios que permiten la iluminación del espacio. Desde la calle se accede al segundo nivel donde se encuentra el vestíbulo con la escalera que da acceso a todo el conjunto. Por último encontramos un tercer nivel, el propio cuerpo de edificios que se estructura en un total de treinta y dos planta cada una de las cuales se divide en cuatro viviendas u oficinas de planta rectangular.
La construcción fue realizada a partir de un esqueleto de hormigón armado en el que se incorporaron grandes celosías de maderas para los cerramientos de los vanos y cuyo exterior estaría revestido por polvo de mármol blanco mezclado con hormigón que otorgaba ese aspecto blanquecino. Torres Blancas sintetiza a la perfección los aspectos más racionalistas de la arquitectura de Le Corbusier a la vez que logra captar las formas organicistas planteando un símil entre la obra arquitectónica y las formaciones arbóreas naturales; de la misma manera que los ascensores y escaleras recorren el edificio así lo hacen los vasos leñosos de los árboles.