Edificio Titanic Belfast
El transatlántico Titanic sin duda alguna es el barco más famoso de todos los tiempos. Pero no lo es por ser el buque más grandioso que se había construido en su momento. En realidad lo es porque su salida al mar para unir Europa y América fue todo un acontecimiento de la época, y sin embargo todos sabemos que no llegó a completar ese viaje inaugural, ya que a unos 600 kilómetros de la costa de Canadá naufragó en abril de 1912.
Aquel hecho impactó a muchas personas de ambos continentes, pero hubo una ciudad que quedó completamente desolada. Esa ciudad fue Belfast, la capital de Irlanda del Norte, en cuyos astilleros se había construido el barco.
La desolación fue tal, que se decidió que debía guardarse un largo luto por aquella tragedia. Así que durante 100 años, la ciudad tan apenas quiso ni mencionar el crucero. Pero cuando llegó el momento de celebrar el centenario, se apostó por vincular ya el nombre de Belfast con el Titanic, y se prepararon una serie de eventos para la ocasión. De todos ellos el más destacado fue la inauguración de este edificio llamado Titanic Belfast, abierto el último día de marzo de 2012.
Un edificio destinado a ser un museo que cuenta en su interior como era aquella ciudad en la época, cómo vivían sus habitantes, cómo construyeron el Titanic en los astilleros vecinos, y sobre todo cómo era el barco y cómo se hundió.
Ese fue el encargo que recibió el arquitecto Eric Kuhne y desde luego que lo cumplió a la perfección, ya que su edificio se ha convertido en uno de los grandes referentes de la actual Belfast. Y es que el proyecto iba más allá del propio edificio, su construcción ha servido para crear todo un barrio en su entorno, y todo él vinculado con el célebre barco.
La presencia es rotunda. Su volumen recuerda las proas de un barco. En concreto unas gigantescas proas que tienen la misma altura que el caso del Titanic, desde su quilla hasta la cubierta. Ese no es más que uno de los muchos homenajes del edificio con el buque. Por ejemplo, todos los estudios de habitabilidad y de tráfico de visitantes están pensado para que hay un máximo de 3.547 personas al mismo tiempo, las mismas que eran la capacidad del transatlántico.
No obstante, no todo es cuestión de tamaño en este edifico realmente imponente. Sin duda su estética es de lo más atrayente. Sus fachadas están compuestas por unas tres mil piezas de aluminio anonizado, y casi dos tercios de las mismas tienen una forma única. Mientras que las que se repiten, nunca son iguales en más de 30 ocasiones. Es decir, se ha realizado una labor de diseño extraordinaria. Y todo ello con un objetivo, para que se generen unos juegos de luces y sombras, y de dinamismos fabulosos. Esa tela de miles de piezas de aluminio, la luz natural, la artificial, y el foso de agua que rodea al edificio, hacen que por momentos esta mole tenga la textura de la superficie del mar.
Sin duda, es uno de los edificios más fabulosos que se han construido en los últimos tiempos. Y todo un referente en la atractiva arquitectura de museos, una de las más dinámicas y revolucionarias en el mundo contemporáneo.