El Hospital Real de Santiago de Compostela
El Hospital de Santiago es el más antiguo e importante de todos los fundados por los reyes Isabel y Fernando. Los Reyes Católicos impulsaron la creación de hospitales en diferentes lugares a lo largo de sus reinos. Cuando visitaron Santiago de Compostela, se dieron cuenta de la necesidad de dotar al centro religioso de una de esas instituciones, ya que el número de peregrinos así lo hacía necesario. De todas formas, tuvo que ser el Deán de la catedral, Don Diego de Muros, quien acabe consiguiendo la dotación económica para las obras, tras visitarlos en Granada.
Los planos que enviaron los monarcas los había realizado el arquitecto Enrique de Egás. Acompañados de un detallado memorial para su realización. Las soluciones que se ofrecen son las más tradicionales en las construcciones de este tipo de edificios, ya que se organizan las salas de enfermería como una especie de iglesia con tres naves perpendiculares a un centro o a un crucero, al que sigue una cabecera o presbiterio, para que se pudiese atender siempre desde todas partes a los oficios divinos (aunque se construyesen galerías sobre las naves para ampliar la capacidad del mismo). El plan cruciforme de Egás sólo se ejecutó en su primera parte, puesto que en el barroco se completó la obra con dos patios exteriores, por lo que actualmente el edificio tiene planta cuadrada. El arquitecto solamente estuvo en tres ocasiones en Santiago y, al ser cortas sus estancias, no pudo ocuparse de la dirección de las obras, que le fueron encomendadas a uno de sus aparejadores de confianza, Juan de Lemos.
Respecto a la parte artística, el proyecto se inscribe en el estilo isabelino, que incorpora elementos tradicionales del gótico flamígero, con novedades estéticas renacentistas y elementos decorativos clásicos. La parte más avanzada desde ese punto de vista la constituye la fachada principal, concebida como una especie de gran retablo, cuyo eje central estaría formado por la puerta de arco de medio punto abocinado (lo cual la aúna estéticamente con los edificios románicos que la rodeaban). A lo largo de la misma nos encontramos con hornacinas, frisos de reyes, figuras diversas, entre las que destacan las de Adán y Eva. En las enjutas de la puerta principal sitúa medallones con las efigies de Isabel y Fernando, donantes del edificio. A ambos lados de la portada retablo, sitúa dos balcones bajo los que coloca grandes escudos, elemento decorativo característico del estilo plateresco del primer tercio del siglo XVI en España. De los diversos elementos exteriores, destacamos el alero que corona la fachada principal y parte de las laterales, puesto que constituye una de las muestras más ricas del renacimiento español, sobresaliendo las gárgolas, no solo como elemento de desagüe, sino como complemento estético.
La capilla tiene el crucero iluminado por una linterna cubierta con una bóveda de nervios estrellada, con grandes ventanales de arcos rebajados que abren a las salas superiores formando tribunas. Columnas sogueadas, decoración de casetones en las techumbres planas de las tribunas, finos baquetones encuadrando los arcos rebajados o conopiales, son algunos de los elementos estéticos que aparecen en el conjunto. Se trata, en suma de una importante obra, aunque quizás peque de falta de unidad estética, de cierto eclecticismo, que para algunos autores podaría achacarse a la presencia de Juan de Lemos completando el proyecto de Egás.