Hotel Raffles de Singapur
Singapur es una ciudad, una isla y un estado. Y no solo eso, es uno de los lugares más prósperos del planeta gracias a su singular emplazamiento geográfico en el Sudeste Asiático. Y de todo ello es responsable en gran parte Thomas Stamford Raffles (1781 – 1826), el británico que fundó la ciudad y puso los cimientos del desarrollo colonial que llegó décadas después.
En su nombre se levantó uno de los primeros hoteles de la urbe, el Raffles Singapore Hotel. Una obra inaugurada en 1887, cuando se concibió para ser el mejor hotel de toda esta zona de Asia, sus propietarios los hermanos Sarkies, idearon un conjunto monumental de atmósfera colonial y donde cualquier detalle debía ser fastuoso, tanto por su calidad como por sus dimensiones. E hicieron recaer el proyecto en uno de los arquitectos británicos más insignes del Sudeste Asiático, Regent Alfred John Bidwell, quien dejó otras grandes obras coloniales tanto en Singapur como en otras ciudades de esta parte del mundo como Kuala Lumpur.
Durante décadas fue el hotel predilecto de Singapur, y eso que se construyeron otros edificios coloniales de lo más interesantes como el cercano Hotel Fullerton, otra de las joyas históricas que quedan en una ciudad que hoy en día está dominada por la arquitectura de vanguardia y de aspecto futurista.
Mucho ha cambiado Singapur desde la construcción del Raffles Hotel. Incluso hay que decir que cuando se inauguró el establecimiento, este se hallaba a las mismas orillas del mar. Sin embargo hoy las aguas del Estrecho de Malaca quedan a casi medio kilómetro de aquí, y es que poco a poco se ha ido ganando espacio a la superficie marina y a las zonas pantanosas de la isla.
No ha sido lo único que ha cambiado con el paso del tiempo, ya que el hotel ha sufrido diversas crisis, incluso estuvo al borde de la quiebra. Pero en sus mejores momentos del pasado se fueron incorporando nuevas edificaciones y salones para aumentar su tamaño. Aunque siempre respetando su aspecto original que mezcla las formas clásicas en sus fachadas dominadas por las columnas, los tímpanos y el mármol blanco, con las terrazas orientales de madera de teca o el esplendor tropical de los jardines que rodean todo el conjunto. No es extraño que la construcción tenga un apodo y sea conocida como la Grand Old Lady de Singapur.
De hecho ha recibido una nueva restauración recientemente que le ha hecho recuperar toda su belleza y majestuosidad de antaño. Y aunque se han incorporado comodidades propias del siglo XXI, se ha potenciado su arquitectura colonial original de elevados techos y detalles de origen victoriano. Todo ello conservado en sus decenas de habitaciones y suites, así como en sus salones y comedores.
En definitiva una maravilla arquitectónica de otra época que ha logrado sobrevivir al desenfreno constructivo y vanguardista que domina la ciudad-isla-estado de Singapur.