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Instituto Salk de Louis Kahn

Publicado por A. Cerra

Instituto Salk de Louise Kahn

Louis Kahn (1901 – 1974) para los profesionales de la arquitectura es uno de los más grandes constructores de todo el siglo XX. Y de entre toda su vasta producción para muchos estudiosos su gran obra es el Instituto Salk de Estudios Biológicos que hizo en la ciudad californiana de San Diego entre los años 1959 y 1965.

No en vano, para esta creación contó con una libertad creativa absoluta. La sintonía con el cliente era total, y las únicas pautas que le daban surgían de las conversaciones entre ambos, a partir de lo cual Kahn iba diseñando y modificando a su antojo. Tanto es así que ciertamente el proyecto se alargó mucho en el tiempo, además de que se superó ampliamente el presupuesto previsto inicialmente.

El resultado fue un espacio destinado a la investigación, tanto teórica como práctica. Y para ello uno de los espacios más emblemáticos son los laboratorios organizados en torno hay una plaza. Por esa plaza discurre un canal de agua que se dirige hacia el cercano océano Pacífico, vinculando de una forma muy sutil la arquitectura con el entorno. Sin olvidar que eso le da vida a este complejo tan pétreo y geométrico, además de que le otorga un protagonismo a esta especie de patio hacia el que miran los edificios de trabajo que lo rodean.

En realidad esos edificios, llamados torres por sus cuatro pisos, son más lugares de estudio teórico que de trabajo. Y se disponen no en paralelo, sino formando un ángulo de 45 grados. Y después están otros dos bloques para albergar los laboratorios y otros espacios comunes.

Sin duda, todo tiene un aspecto de modernidad evidente, y más si lo miramos con los ojos de mediados del siglo XX. El material constructivo por excelencia es el hormigón, pero no prefabricado, sino creado y encofrado en la propia obra, de lo cual se ven perfectamente las marcas en los muros. Eso de alguna manera le proporciona naturalidad, a lo que también ayudan ciertos elementos de madera.

Además las fachadas tienen ese hormigón tintado con tonos de lavanda, lo cual es mucho más evidente en las primeras y las últimas horas del día. También inicialmente pensó en dotar al patio de vegetación, para animarlo más. Pero con la intervención del paisajista Luis Barragán al final se decidió colocar allí solo el canal y un suelo de travertino que combina a la perfección con los bloques construidos.

De alguna forma ese espacio del patio vacío refuerza aún más la idea de simetría y casi es como un espejo de ambas partes. Y desde luego en su desnudez ornamental, el conjunto resulta monumental. Y todo ello para un espacio de investigación y medicina, ya que hay que recordar que el Instituto Salk fue una creación del doctor Jonas Salk, cuyo nombre merece conocerse al ser el descubridor de la vacuna contra la poliomelitis.