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Museo de Arte Kimbell de Louis Kahn

Publicado por A. Cerra

Exterior del Museo de Arte Kimbell

El arquitecto Louis Kahn tal vez no sea el constructor más conocido para el gran público, pero entre el gremio de la arquitectura, es una de las figuras más influyentes de esta disciplina a lo largo del siglo XX. Y lo es por obras como sus famoso Instituto Salk en California o por la sede del Museo Kimbell que proyectó en Fort Worth, Texas, entre 1966 y 1972.

El museo surgió precisamente tras la muerte de Kay Kimbell, un gran coleccionista de arte que exhibía de forma rotatoria las obras que poseía en la biblioteca pública de esa población texana. Sin embargo, tras su fallecimiento, la fundación que gestionaba todo ese patrimonio decidió acometer la construcción de este museo.

Y el proyecto se le encargaron a Louis Kahn, quien tuvo que hacer varios proyectos, cada vez más reducidos por motivos de espacio y de presupuesto. Así que al final concibió el museo actual, de planteamientos sencillos pero con auténticas genialidades espaciales.

Tiene un evidente aire clásico, ya que se organiza a partir de diversas naves de desarrollo longitudinal y cubierta abovedada. Esta serie de naves acogen todo el montaje expositivo, mientras que todas las dependencias administrativas y de servicio están en una planta sótano.

El resultado para un museo es de una claridad meridiana en el recorrido, que es imposible que sea más fluido. Y es que esas naves no tienen compartimentación alguna que impida la circulación. Además de que las naves están unidas entre sí, facilitando todavía más el paseo de los visitantes sin impedimentos.

Interior del Museo de Arte Kimbell

Un detalle muy interesante se encuentra en las bóvedas, las cuales en realidad no son bóvedas en sí, ya que lo cierto es que se trata de vigas curvas de hormigón armado, las cuales se van colocando de dos en dos, dejando un espacio central a modo de hendidura que permite la entrada tamizada de la luz exterior, que llega al interior mediante diversos elementos reflectores y difusores ocultos a los ojos del visitante.

En realidad, este fue un hallazgo que tuvo que buscar y meditar largamente Kahn a lo hora de diseñar la obra, ya que entre las condiciones obligatorias de la Fundación Kimbell estaba la necesidad de que hubiera luz natural. En definitiva, que pese a los recortes y ciertos condicionantes, la verdad es que este arquitecto dejó aquí una de sus mejores obras, la cual está considerada como uno de los museos construidos en el siglo XX con un diseño arquitectónico más inteligente e interesante.