El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
En estos momentos de exaltación de la categoría de modernidad que un museo de esta clase otorga al espacio en el que se ubica, en ocasiones fruto de una decisión política no basada en una adquisición coherente o propiedad previa de obras, el museo de arte contemporáneo Reina Sofía puede presumir de ser una de las instituciones españolas con un catálogo de piezas único y envidiable.
Entre sus fondos se encuentran pinturas de destacados exponentes de las vanguardias históricas como Picasso, Arp, Man Ray y Dalí, Ernst o Juan Gris, junto con un largo etcétera de algunos de los más grandes renovadores de la forma artística como Bacon, Dubuffet, Chillida, Pablo Gargallo, Kandinsky…
La historia del edificio que alberga esta colección permanente se remonta al s.XVI, durante el reinado de Felipe II, y tiene tras de sí una larga trayectoria como hospicio, hasta llegar a la declaración en 1988 de Museo Nacional en sustitución del anterior Museo Español de Arte Contemporáneo.
La función del museo se estructura en base a tres pilares básicos, recogidos en su declaración de objetivos: investigación, exhibición y educación. Y lo cierto es que los cumple con creces. Posee un muy coherente programa de exposiciones temporales, un enorme listado de publicaciones y un amplio abanico de actividades dirigidas a familias, jóvenes y escolares, junto con toda una serie de conferencias y coloquios al servicio del público del museo, además de diversos cursos de formación del profesorado.
Quizá una de las cosas que resultan más curiosas a la hora de efectuar una aproximación al museo es el hecho de que éste alquile algunos de sus espacios. Esta práctica, con una consideración mucho menos «obscena» en el resto de Europa que en España, resulta acorde con la idea que se ha venido a instalar en el concepto de gestión de museos en las últimas décadas: los museos no tienen por qué resultar deficitarios. Esta realidad, asumida con normalidad en España, y más cuando se habla de museos de titularidad pública, cada vez pierde fuerza frente al hecho de que, al igual que otros servicios públicos se pagan, dichas instituciones podrían conjugar servicio público y negocio. Es, sin embargo, éste un tema controvertido que suscita enervadas discusiones dentro del círculo de la museología contemporánea y que cuenta de momento con pocos exponentes a favor en la actualidad.