Museo Nacional de Ciencia y Tecnología
Son los museos de ciencias los que más visitantes reciben al año (y los que más satisfactorios suelen resultar), para sorpresa de aquellos que tienen conocimiento de dicho dato por primera vez. El porqué es bien sencillo: en los centros pertenecientes a dicha tipología la consigna a seguir es «por favor, toquen/experimenten», en contra de lo que sucede en el resto de los museos. Y es que hay que tener en cuenta que, por un lado, el tema lo suele permitir y, por otra parte, es más fácil demostrar ciertas leyes de la física, por ejemplo, que explicarlas con palabras.
¿Quién, adulto o niño, no disfrutaría durante la asistencia a un taller-laboratorio o no querría descubrir personalmente cuáles son los medios por los que se genera el cine, el calor o la aceleración?. Los museos científicos son excepcionales escaparates a la hora de observar la efectividad de la aplicación de determinados planes didácticos. El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología no es una excepción.
Museo de muy reciente creación, su historia ha sido larga y llena de contratiempos. En 1980 es creado, por Real Decreto, el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología dependiendo del Ministerio de Cultura, ubicándose la colección de manera provisional en la que fuera una antigua estación de ferrocarril (donde continúa en la actualidad a la espera de un espacio propio). Pronto pasará a depender de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, sin embargo, siendo ya en fecha de 2000 cuando finalmente se determine la idoneidad de un cambio en la adscripción del museo, pasando éste a integrarse dos años después en el seno del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Desde el principio, el fin a alcanzar del museo, como institución al servicio del conocimiento y la divulgación de la ciencia, ha sido claro. Y a este fin están encaminadas sus propuestas en la actualidad, dentro de un servicio destinado a acercar al gran público el conocimiento científico de una manera comprensible y a estimular la curiosidad de los más jóvenes por esta rama del saber.
La propuesta de actividades, así, no puede ser más atractiva: maratones científicos, ciclos de cine, conferencias, visitas guiadas, talleres y algunas otras iniciativas ideadas por el propio museo (como es el caso de los multimedia Pequemuseo y Museo Hispano de Ciencia y Tecnología) hacen de esta institución un ejemplo de espacio al servicio realmente del aprendizaje y disfrute del visitante.
Junto con esto, hay que tener en cuenta la riqueza de la colección (la mayor parte de la cual no se puede exponer por falta de espacio), compuesta por un sinnúmero de objetos provenientes de diversas instituciones docentes (la Real Academia de Matemáticas, los Reales Estudios de San Isidro o el Colegio Imperial) que ostentan la capacidad de materializar la historia de la evolución de la ciencia en España.