Museo de Arte Romano de Rafael Moneo
Esta es una de las obras que más prestigio le han dado al arquitecto español Rafael Moneo. Diseñó el edificio que debía acoger el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida en el año 1985, y tras él no ha parado de trabajar en todo el mundo y también en España donde otra de sus grandes obras es el edificio del Kursaal de San Sebastián.
De hecho, si comparamos el Museo de Arte Romano y el particular cubo que se encuentra en la playa donostiarra se puede resumir algunos de los elementos que caracterizan el movimiento postmoderno en el que se integra Moneo.
El Postmodernismo en arquitectura, en origen se planteó como una renovación de las construcciones racionalistas que venían desde tiempos de la Escuela de la Bauhaus y Le Corbusier. Por esa razón se trataba de una arquitectura muy diversa y muy colorista, de conceptos muy abiertos a la hora de cada diseñar cada obra.
Se tenía muy en cuenta el para qué era el edificio y el dónde se iba a levantar. De esta manera en muchos casos se planteaban con gran respeto a las tradiciones locales y a la historia de ese emplazamiento. Y desde luego en ese sentido uno de los máximos exponentes en esta obra del arquitecto originario de Navarra, nacido en 1937 y que todavía sigue en activo.
No en vano es un Museo Nacional de Arte Romano, que acoge los principales hallazgos arqueológicos encontrados en la ciudad de Mérida, conocida en tiempos de los romanos como la importante urbe de Emerita Augusta.
Y por eso no se dudó en recrear el tipo de espacios y de formas que evocan la arquitectura romana. El planteamiento es tan sencillo como que se consideraba vital que el continente tenga que ver con el contenido. Es decir que hay una visible e íntima relación entre las piezas que se exponen en el museo y el propio edificio.
Este es el motivo para inspirarse en la arquitectura clásica, concretamente en el periodo del Imperio Romano y en sus edificios de escala más monumental. Recordándola no solo con el uso protagónico del ladrillo (dentro de la tradición constructiva de Mérida), sino también usando elementos típicos de aquellos edificios históricos, como por ejemplo pueden ser los grandes arcos de medio punto habituales en las termas.
Con eso lo que se logra es que el visitante de este museo sienta la grandeza imperial y el valor histórico de lo que allí se expone y guarda, sin olvidar que de alguna forma el edificio debe estar a la altura de algunos restos monumentales que todavía se mantienen en la ciudad, especialmente el vecino Teatro de Emerita Augusta.