La Citadelle de Haití
La Citadelle de Haití o Ciudadela de Laferrière es literalmente una gran obra de arquitectura histórica. Y lo es por varios motivos. En primer lugar por sus dimensiones, ya que alcanza una superficie de unos 10.000 metros cuadrados, lo que la convierte en la fortaleza americana más amplia.
En segundo lugar, porque este espectacular edificio ubicado a unos 900 metros de altura sobre el nivel del mar, en lo alto de las montañas de Laferrière del norte de Haití, cerca de la ciudad de Cap Haitien, es el gran símbolo de esta nación, que llegó a ser el primer país que se independizó en América, tras los Estados Unidos, ya que lo hizo en 1804. Y no solo eso, sino que fue la primera república negra del mundo.
Y a todo eso hay que sumarle, que arquitectónicamente es un edificio interesante por sus valores militares, ya que se trata de un fuerte prácticamente inexpugnable, ya que se levanta en casi todos sus lados sobre murallas naturales, mientras que en el lado que es accesible, su amurallamiento es de dimensiones más que considerables, ya que son muros que alcanzan los 4 metros de espesor, y hasta 40 de altura. Unos muros de piedra en los que por cierto la argamasa está compuesta de cal, pero también de melaza y de la sangre de ganado, porque no hay que olvidar las creencias vudú que desde tiempos ancestrales han regido la vida en Haití.
Por todo ello no es de extrañar que La Citadelle haitiana esté considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el año 1982.
La fortaleza se comenzó a construir en el año 1805, una vez que el país se había independizado de Francia, y a su vez había quedado dividido en dos partes gobernadas por sendos líderes liberadores. En concreto en el norte quedó el territorio del rey Henri Christophe, quien mandó construir esta fortaleza, la cual había de convertirse en el último bastión del país en el caso de que los franceses decidieran recuperar el territorio. Algo plausible teniendo en cuenta que por aquel entonces, los dominios galos los gobernaba un tal Napoleón Bonaparte.
La obra desde luego fue colosal, y no se concluyó hasta 1820, empleando en ella mano de obra forzada, algo bastante paradójico ya que uno de los motivos de la revuelta en Haití había sido enfrentarse al esclavismo. Pero lo cierto es que Henri Christophe implantó un sistema casi feudal.
Mientras que la sede de su gobierno fue el espectacular palacio de Sans Souci, en la ciudad de Milot, la Citadelle debía ser su gran fortaleza militar. Por ello aquí había dependencias palaciegas para él y toda su familia, así como cuarteles para una guarnición de unos 5.000 hombres, con todo lo que eso acarrea. Entre otras cosas, cárceles, baños, hornos para cocer pan,… Además de 8 grandes cisternas de agua para recoger el agua de lluvia o un sinfín de almacenes para guardar víveres para acosos que podían durar meses.