Loggeta del Campanile de Venecia de Sansovino
El arquitecto Jacopo Sansovino (1486 – 1570) de alguna forma transportó desde su Florencia natal y desde Roma hasta Venecia elementos arquitectónicos y escultóricos hasta entonces desconocidos en la ciudad de los canales. Y un buen ejemplo de ello es esta obra ubicada a los pies del campanario más emblemático Venecia, el campanile de la plaza de San Marcos, en cuya remodelación urbana intervino este arquitecto que también trabajaba como escultor, compaginando ambas disciplinas artísticas como fue habitual en otros muchos creadores del Renacimiento italiano.
De hecho, en esta obra no solo se aprecia su concepción arquitectónica basada en el estudio y respeto a la Antigüedad, sino que además realizó toda esa serie de relieves y de esculturas destinadas a ensalzar la historia veneciana. Por eso se pueden identificar dioses clásicos que vienen a personificar algunas de las cualidades más virtuosas de la ciudad.
Por ejemplo, aparece Mercurio, el dios del comercio y también de la elocuencia, o está Apolo dios del Sol y con el cual se introduce la idea de lo que es único, como la propia República de Venecia. E igualmente están representadas las personificaciones de la Paz y la Sabiduría, sin las cuales es imposible la prosperidad.
Hay que tener en cuenta con qué objetivo se construyó esta loggia a los pies del Campanile. Y es que dentro de las obras de remodelación de la plaza de San Marcos, se levantaron la Zecca o Casa de la Moneda en la zona más cercana a la Laguna, o la Biblioteca Marciana, el gran edificio que queda prácticamente enfrente del Palacio de los Dux en la Piazzetta de San Marco.
Y por supuesto, también se construyó esta pequeña loggia destinada a acoger las reuniones de los nobles. Y para ello Sansovino opta por un diseño que sirva de transición entre la verticalidad del campanario y la horizontalidad de la gran mayoría de edificios de la propia plaza, entre ellos la Basílica de San Marcos.
Por otra parte, inspirándose en la formas de la Antigüedad recurre a una estructura que de alguna forma evoca los arcos de triunfo. En ese caso, todo lo sostiene con pilares y ocho columnas de mármol que sustentan un entablamento que a su vez es la base de una terraza elevada. De esta forma genera unos arcos que incluso dan la sensación de entrada a la plaza.
Esta obra sirvió para que Sansovino ganara un enorme prestigio en Venecia, tanto es así que ya no abandonaría la capital de la región del Veneto y allí moriría. Pero antes de eso intervino en otras muchas obras, aunque también hubo proyectos suyos que se rechazaron como su propuesta para el Puente de Rialto que finalmente diseñaría Antonio da Ponte.