Mausoleo de Marasesti
En Rumanía, un país que durante décadas estuvo bajo el dominio soviético y gobernado por regímenes autoritarios, parece que es territorio idóneo para irse encontrando monumentos a la megalómanos y de tintes nacionalistas. Es cierto que ninguno de las dimensiones del gigantesco Parlamento de Bucarest, pero los hay más pequeños por otros puntos del estado rumano. Y uno de ellos es este Mausoleo de Marasesti, ubicado en la localidad del mismo nombre situada al este del país.
Precisamente allí se llevó a cabo una dura batalla durante la Primera Guerra Mundial en la que las tropas rumanas impidieron el paso del ejército de Alemania hacia el vecino territorio de Moldavia. Entre julio y septiembre de 1917, durante unas cuantas semanas se libró allí una dura lucha en la que por supuesto hubo un sinfín de víctimas. Si bien, Rumanía ganó finalmente la batalla, la verdad es que sus tropas quedaron bastante diezmadas tras los combates.
De hecho el mausoleo se compone de 154 criptas y diversas fosas comunes que acogen los restos mortales de unos 5.000 soldados, fallecidos no solo durante esa batalla contra la invasión alemana, sino que se trata de víctimas que cayeron durante toda la contienda.
El mausoleo tiene una forma redonda y se cubre con un peculiar cono, que popularmente se conoce como la Cúpula de la Gloria. La construcción se llevó a cabo tras la Gran Guerra, y se tardaron 15 años en construirlo ya que no fue inaugurado hasta septiembre de 1938, gobernando el rey Carol II (1893 – 1953). El diseño lo realizaron los arquitectos George Cristinel y Constantin Pomponiu. Los cuales incluyeron bajo la cubierta cónica una especie de tambor que sirve de base para un bajorrelieve a modo de friso. Una obra que hicieron los escultores Cornel Medrea e Ion Jalea.
Lo cierto es que es el típico monumento de tintes patrióticos y militares. Y si bien artísticamente no se puede considerar ninguna maravilla, no es menos verdad es que es un buen exponente de este tipo de construcciones de corte heroico y aspecto antiguo con las que se quiere levantar el ánimo de una nación. Un tipo de monumentos cargados de simbolismos que siempre gustan a los amantes de las batallas y los nacionalismos.
En este sentido basta con contar una anécdota para demostrarlo. Se dice que el propio Adolf Hitler tras conquistar Rumanía, aunque era un monumento dedicado a los héroes rumanos que vencieron a los alemanes unas cuantas décadas antes, trató de proteger el mausoleo en plena Segunda Guerra Mundial, y mandó colocar dos baterías antiaéreas para defenderlo de los posibles bombardeos.